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24 chapters
¿Aún temes de tu hija?
Recorrió la ruta de desinfección pacientemente, no podía correr ningún riego de exponerla a los gérmenes o a alguna bacteria. Caminó por los estériles pasillos cubiertos de material aislante, para evitar el exceso de calor Lidya había instalado aires acondicionados por toda la casa por lo que el frío era un poco más intenso de lo que debería.— ¿Dónde está mi ahijada favorita?— Preguntó, una vez terminó la desinfección, a la joven que se encontraba leyendo tranquilamente con los tobillos cruzadas sobre el sofá.La joven levantó la cabeza emocionada, sus ojos brillando en lágrimas.— ¡Hada Madrina! — Saltó a abrazarla con mucha fuerza.— La eché tanto de menos...— le dijo llorando.— Yo sé, mi pequeña.— Acarició su cabello, cada vez más largo y ella odiaba cortarlo.— Perdón por tardar tanto en venir.— No importa, sé que estuviste algo ocupada.— Tiró de sus manos y la sentó en el sofá.— Mejor cuéntame...¿Has visto a mo hermana?Sara no supo
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Para eso me paga
No aguantó la partida.Lianna sonreía dichosa mirando como su primo se subía junto a sus maletas en un auto rumbo al aeropuerto; le había ganado esa batalla pero era consciente de que el consejo aún no había acabado con ella. — Duró menos que la última vez.— Habló Martín detrás de ella.— No lo hace menos molesto, créeme.— No apartó la vista del vehículo hasta que hubo desaparecido tras el gran portón.— Sus delirios de grandeza me provocan migraña.— Tal vez el consejo quiera enviar a uno más fuerte la próxima semana.— Advirtió.— Debemos estar preparados.— Está vez lo estaré créeme.Se fueron a la cocina a tomar su desayuno, con la voz de Ally contándoles los nuevos chismes entre los empleados de fondo. Vaya que esa mujer no pasaba nada inadvertido.— ¿Algo importante para hoy?— Quiso saber Lianna cuando terminaron de desayunar.— Debe firmar unos papeles, para autorizar el subsidio a los sobrevivientes de la
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Lianna, yo no miento
Como había terminado con su entrenamiento temprano decidió pasarse un rato por los establos y ayudar un poco a los muchachos, que hacía algo de tiempo que no veía. Por supuesto que todos se alegraron al verlo llegar y, no perdieron el tiempo en querer saber cómo había logrado ganarse un puesto en la guardia. La excusa era la misma: gracias a la acción que había tomado en la situación con los intrusos la jefa lo tomó en cuenta; nadie lo puso en duda. Después de un rato estaban todos reunidos, sentados sobre varios bultos de paja charlando y bebiendo un poco de Whisky, él se abstuvo, hacía mucho tiempo que no sabía lo que era una hora de licor y prefería que siguiera de esa manera. — ¿Supieron que quien encabeza a los rebeldes es un tal Kaleb Baeva?— Preguntó uno de los mozos.— Estás bromeando...— Habló otro, uno que parecía tener bastante tiempo trabajando allí.— ¿Cómo puedes estar seguro de eso?— Las paredes hablan, Walter.— Imposibl
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Primero son los negocios
— Sigo sin entender por qué debo acompañarte, no soy más que un aprendiz.— Se quejó Eidhan, en el auto.— ¿Y cómo piensas aprender si no experimentas?— Refutó Martín.— Además, me caes mejor que la mayoría de los guardias, harás del viaje algo más entretenido.— ¿Ahora soy el entretenimiento?— Oye, que tampoco se te crezca el ego.El comentario hizo reír a Eidhan.Iban rumbo a Las Ruinas; una base de operaciones muy oculta en la profundidad del bosque a las afueras de Trap Town, también estaba bastante lejos de la reunión que se llevaría a cabo en La Cueva, era exactamente eso lo que buscaban. — ¿Por qué surgió este viaje tan repentino?— No fue repentino.— Le explicó a Eidhan sin quitar la vista del camino.— Solo lo estuve postergando, hasta que ya no pude hacerlo.— ¿Y por qué esperaste tanto tiempo? — Le preguntó él.— Bueno, hay cierta mujer que no estaría de acuerdo con este viaje.— Confesó.— Solo
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