Un mes después.Kabul, Afganistán.Agnes.El encierro y la angustiá me están pasando factura. Desde hace dos días no he podido dormir. Por lo regular siempre estoy mareada y no tengo ánimos ni de levantarme de la cama. Nur se preocupa por mi salud, cada mañana me hace beber un té que sabe horrible, según ella, dice que eso me ayudara para evitar enfermedades en la sangre y en todo el sistema inmunológico. Quizás tenga razón.Estoy al borde de la locura, por las noches escucho el sonido de las ambulancias muy a lo lejos, parece que los incidentes en esta ciudad son el pan de cada día. Ahora me vigilan más hombres armados, lo horrible de todo es que hasta me acompañan a las duchas. Los muy inconscientes no despagan la vista de mi cuerpo desnudo, parece como si fuera algo nuevo para ellos. Nur y las chicas intentan cubrir mi desnudez colocándose frente a mí, algo que ayuda mucho ya que no me siento tan incomoda. Por otra parte, mi salud mental no está nada bien, Ahmad ha sido el culpable
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