— Me encargaré de todo – dijo Alina, mientras empacaba sus cosas. – En cuanto tu madre esté segura, yo tengo que irme a Rusia. — ¿Los verás? — Kalahari aceptó nuestra cita, no regresaré sin ellos, fueron mi gente y ahora necesitamos toda la ayuda. Kalahari, el prometido de Alina cuando estuvo en la mafia. Aunque en ese entonces no estaban juntos, escucho todos los rumores, ellos en verdad estaban juntos, Alina dejó la DEA por irse con el chino. Su amor fue muy fuerte, al grado de que ella testificó a favor del chino, hizo todo para que no pasara tiempo en la cárcel. Al final él no pudo perdonarla y ella tuvo que hacerse una vida sin él. Sabe muy bien, que a pesar de que ellos tienen algo, Alina tomaría cualquier oportunidad para ir con él y arreglar las cosas. — Tengo que decirte algo – dijo Konstantin. — Habla. Konstantin se acercó a ella, tomó su rostro y la miró. — Los dos sabemos que pasa – susurró. – Pero tengo que decirlo. — Lo sé – le sonrió. – Te enamoraste, no estoy
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