Los toques en la puerta de mi cuarto me despertaron, miré el reloj y eran las cinco de la mañana, salí de la cama, al abrir la puerta era Dylan en bermuda deportiva.—Bodoque, ¿no estás lista?—Estoy de vacaciones. —No iba a correr ahora.—Eso no importa, Cata. —Se acercó a besarme, me alejé.—No he lavado mis dientes.—No seas tonta. —volvió a besarme—. En diez minutos, te espero en la cocina.—No me simpatizas.Ingresé al baño, hice todas mis necesidades matutinas, después de estar lista bajé. En la cocina se encontraba mamá, el doctor y mis abuelos, ya habían preparado el café. Dylan entró a la casa con dos bicicletas.—¡Bicicleta! —desde niña no montaba—, estoy muy gorda para la bicicleta.—Bodoque, tú correrás, las bicicletas son para los dos. —Se señaló luego al doctor, abrí mis ojos como pepa de guama, eso no era justo—. Andando Cata.La abuela me entregó el termo con agua fría y una toallita. Voy a sudar como un burro. Con mi hocico salí de la casa, no les dije nada, empecé a c
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