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Todos los capítulos de Por siempre mía : Capítulo 71 - Capítulo 80
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71. Estoy investigando a Miguel.
Llegaron tarde al departamento de Josefina, Fede estaba agotado porque fue subirse al coche y quedarse completamente dormido, por lo que Ricardo tuvo que llevarlo en brazos hasta su cama.Entre los dos le quitaron la ropa y luego lo arroparon hasta que se quedó dormido. Era momento de que Ricardo le contara lo sucedido con María a Josefina.—¿Tienes algo de vino?— preguntó él mientras observaba a la madre de su hijo, tan sexy que a él se le hacía la boca agua.—Si tengo vino y también algo de tequila— mencionó Josefina enfundada en un negligé que se amoldaba muy bien a su hermoso y tentador cuerpo.Colocó una copa de vino para Ricardo y un caballito de tequila para ella.—Hablaremos de ella ¿verdad?— No más de lo necesario, pero si quiero que sepas cómo están las cosas.Dijo él tomando su copa de vino, en ese momento le apetecía el sabor más suave y afrutado del vino para relajarse…— Ven aquí — le pidió tirando de su mano para que cayera sobre él. Le apetecía mucho tenerla sentada s
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72. ¿Recuerdas la palabra de seguridad, verdad, gatita?
Sabía que la presión de las ataduras le provocaría incomodidad y dolor, sobre todo cuando hizo que uno de los ganchos del techo bajarán y lo ajustó a las ataduras de la espalda levantándola unos pocos centímetros del suelo— Encoge las piernas, como si quisieras estar en posición fetal.El roce de las cuerdas sobre su piel, ese ardor que provocaba al pasarlo por su piel, en cada uno de esos roces, que los amarres provocaban, tuvo que morder sus labios para no emitir sonido alguno, para no delatar lo mucho que eso le gustaba.Ella, al igual que su amo, tenía el control, sabía lo mucho que sus gemidos provocaban en Ricardo, por lo que le obsequiara sus gemidos y maullidos justo cuando ella quisiera, compensando por el placer brindado, y como una provocación para que la llevara aún más al límite.Se colocó tal y como le había pedido, haciendo que las cuerdas se tensaran y se apretaron aún más a su piel, provocando una sensación de dolor y placer que recorrió todo su cuerpo, casi haciéndo
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73. Como desees cariño.
En el pasado muchas veces ni siquiera se desnudaba para tomar a las chicas, simplemente se desabrochaba el pantalón y se desahogaba para luego volvérselo a abrochar y largarse, pero con ella no podía hacer eso, con ella necesitaba desnudarse por completo porque daba igual lo que estuvieran haciendo ahora, al terminar todo su cuerpo reclamaría su piel.Así que se quitó la camisa y luego deslizó los pantalones hacia abajo arrastrando con ellos el bóxer hasta quedar completamente desnudo cerca de la mujer.Josefina, había disfrutado de observar a través del espejo frente a ella la forma en que su señor se iba desnudando, como su ropa iba cayendo una a una, descubriendo su piel. El deseo se hizo presente haciendo que ella sintiera como el aire le faltaba y no a causa de la cuerda apretándose contra su cuerpo.Se posicionó a su espalda y bajo los ganchos lo justo para que quedara a la altura precisa de su cadera, exactamente dónde podía penetrarla mejor.Echo la cola de gatita a un lado de
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74. Por favor mi amor… desátame.
Después de aquello no dejó de moverse, sus caderas siguieron embistiendo, pero a un ritmo más calmado mientras besaba cada una de las señales de sus dientes que había en su piel.Se echó hacia atrás saliendo de ella con delicadeza y caminó alrededor de ella para acariciarle el rostro sudoroso y enrojecido por lo que acababa de ocurrir entre ellos.Cada nuevo beso que él le daba hacía que ella se estremeciera y que su cuerpo se calentará, aun así su cuerpo se encontraba ya entumecido por las ataduras.—Por favor mi amor… desátame — le pidió ella casi en una súplica.Ricardo la tomó del mentón y se acercó a besarla con una dulzura que contrastaba con la ferocidad que demostró solo unos minutos atrás.— Te amo tanto…— murmuró acariciando sus labios con los de ella para luego descolgarla de los ganchos y llevarla en brazos hasta la cama.Pero todavía no estaba todo hecho, se dedicó a desatar cada uno de sus nudos viendo las marcas que la cuerda había dejado en su piel, sabía que en ese in
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75. Yo te llevaré a dónde quieras.
María caminaba de un lado a otro de la habitación de hotel que Miguel había reservado para ella con otro nombre, no esperaba que Ricardo la buscara, al menos no si no tardaba demasiado en volver, pero siempre era mejor asegurarse de que no la encontraría antes de que ella pudiera llegar con una sorpresa que su marido no esperaría.— Tienes que llevarme a los Estados Unidos Miguel, arreglarlas para hacerlo, pero debemos ir a una buena clínica de fecundación, no puedo esperar más tiempo.A pesar de haberse acostado con Miguel para quitarse parte de la rabia que sentía, esta no desaparecía, solo recordaba la humillación a la que la había sometido su marido, todo el amor que creyó tenerle en el pasado se convertía en odio a causa de su falta de respeto y no hay nada más peligroso que una mujer despechada.Miguel se encontraba acostado observando a María caminar de un lado a otro. La había tomado la gran parte de la mañana y de la tarde, aun así esa mujer parecía no dejar de estar enfadada
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76. Me sorprenden tus prioridades, hermano.
Habían pasado los días y María no aparecía, era algo que a Ricardo no le preocupaba en absoluto, no podría estar mucho tiempo perdida y para el divorcio era un hecho, solo faltaba su firma para completarlo y sería libre para llevar por fin la viuda que siempre había querido tener.Mientras tanto estaba como en una especie de luna de miel junto a Josefina, todo estaba lleno de felicidad, se levantaba feliz y se acostaba todavía más feliz todavía, agradecida con la vida. No le importaba nada llegar tarde al trabajo para llevar a su hijo a la escuela y salía pronto para recogerlo y pasar la tarde con ellos.Poco le importaban las miradas de Miguel, ni sus caras largas por lo sucedido y, mucho menos, sus reproches, o esa idea loca que tenía de que su vida personal le daba mala imagen a su familia y a sus negocios, estaba en un punto en que no confiaba para nada en su hermano e intentaba pasar el menor tiempo posible con él.Al menos hasta saber si era o no culpable de los delitos que pare
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77. ¿Qué es lo que has encontrado?
Julio observaba los informes del hombre que tenía infiltrado en el albergue de niños mientras rodeaba las fechas y las cifras que él le había pasado, con un rotulador rojo, dándose cuenta de que los números no paraban de repetirse.— Parece que hay un patrón y quizá gracias a eso podamos encontrar a ese hombre — explicó contento de saber que por fin podría vengarse, no había dejado de pensar en él desde que se dio cuenta de que era el mismo que recordaba de cuando era niño.Alfonso se encontraba en ese momento junto a Julio, por lo que al escucharlo no pudo evitar sentir curiosidad por lo que había descubierto y acercarse un poco más intentando adivinar que era.— Dime ¿Qué es lo que has encontrado?— le preguntó curioso.Él, al igual que su pareja, no podía dejar de querer vengarse de todos esos hombres que lo habían dañado en el pasado y que seguían dañando a niños sin ningún tipo de castigo.— Misma cantidad de niños, mismas rutas, días y horas alternas, pero con un patrón muy defin
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78. Me gustaría llevarlos a un lugar conmigo.
Josefina se encontraba en ese momento tratando de hacer hablar a su hijo más este seguía más este seguía sin emitir palabra.No era de perder la paciencia con su hijo, pero era la primera vez que la llamaban de la escuela por una mala conducta de Federico.Siempre era llamada para ser felicitada, para decirle que Federico era un buen chico, pero no para decir que si volvía a comportarse mal podría ser expulsado.—¿No me vas a decir por qué es que tú y ese niño peleaban?Federico seguía en silencio negando con la cabeza, tenía una mirada seria. Josefina soltó un pesado suspiro al darse cuenta de que en ese momento se le parecía tanto a su padre cuando algo le molestaba.—Si no me dices tendré que castigarte y no dejar que juegues el Play que te regaló el señor Ricardo.—¿El señor Ricardo y tú son amantes?— preguntó el pequeño a su madre — en la escuela me dijeron que soy el hijo de la amante de un hombre rico. El hijo de una rompe hogares.Josefina se quedó estática sin saber qué respo
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79. Esta noche serás mío
— Pues como sea de ganas se quedará con ellas — Aseguró Julio pegándose a la espalda de su novio y haciéndole sentir su aliento en el cuello para luego deslizar los labios por su piel hasta llegar a su oreja y mordisquearla. — Porque tú eres solo mío— murmuró apretándole el trasero con una mano antes de alejarse de él y que algo malo ocurriera.Julio decidió apartarse de su novio por propia necesidad, si seguía tan cerca de él, tardarían tanto en salir que a ese hombre no le cabía duda alguna de lo que estaba sucediendo entre ellos.Alfonso tuvo que dejar que se alejara su novio, era una suerte que él lo hiciera, porque dudaba que tuviera la fuerza de voluntad para dejarlo marchar. Lo necesitaba cerca de su cuerpo, casi del modo que necesitaba respirar, sobre todo después de sentir su aliento cálido en su nuca y sus labios mordisqueando su oreja.— Vamos — dijo acomodándose el pantalón de un modo en que no se notara demasiado el bulto que había crecido más de la cuenta en su entrepier
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80. Te amo Julio.
Julio se movía por inercia contra él, sintiendo el roce de la dureza de su novio entre las nalgas, no estaba solo preparado para recibirlo, también estaba increíblemente ansioso por sentirlo enterrarse en su interior.—Te amo Julio…— murmuró besando su cuello, sintiendo como su glande era besado prácticamente por los movimientos de aro carnoso de su novio al palpitar ansioso— relájate vida mía.Julio se estremeció por completo al escuchar la voz de Alfonso y se empujó hacia atrás en busca de más.— Hazlo, hazlo Alfonso, por favor, quiero sentirte dentro…Exigió llevando una mano hacia atrás para aferrarse a la nuca del otro hombre y mantenerlo ahí, pegado a él.El miembro de Alfonso encontró su camino, sin ningún tipo de obstáculo, sé enterrándose con firmeza en el interior de Julio, notando como sus paredes se iban amoldando a su miembro apretándolo, acogiendo.—Julio …— gimió el nombre de su amante, mordiendo su hombro y cuello, aferrándose a su cadera y así enterrarse de una estoca
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