17. Tengo que volver a casa.
— Lo que sea, ven aquí y pórtate como el hombre que eres, ningún hijo mío puede acobardarse como tú lo haces ante una mujer, por los dioses, eres un Lorraine, el mayor, mi heredero.— ¡No es eso! No tengo miedo y mucho menos de Lucrecia.— Entonces vuelve, es de extrema urgencia que estéis todos cuando explique eso que no puedo hablar por teléfono.Una hora después, Marius caminaba molesto por los pasillos de la clínica hasta la oficina de su abogado, dejándose caer en la silla frente a él y observándolo con una mirada que le fue imposible ignorar.Mathew levantó la ceja y lo observó con mirada interrogante, él creía que el rubio en ocasiones era demasiado dramático, pero jamás se lo había dicho en voz alta. Tal vez en ocasiones aquello lo divertía, pero no en ese instante en el que lo único que quería era terminar de revisar los documentos legales que tenía atrasados, odiaba que se le acumulara la faena porque era una persona exageradamente meticulosa.— Tengo que volver a casa — ase
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