—¡Alanna, espera! — Carson me llamó. Seguí caminando, sin detenerme, aunque oía sus pasos detrás de mí. —¡Alanna! —, gritó, alargó la mano y me agarró del brazo, haciéndome girar para mirarle. —¿Qué Carson? — pregunté, sonando cansada y exasperada. —Cálmate, pequeña. Todo va a ir bien—, intentó asegurarme, con las manos en los hombros para mantenerme en mi sitio. —Quiero creerte, Carson, de verdad. Pero no puedo. Acabo de poner mi vida en orden y puedo pasar el día sabiendo que soy feliz. La vuelta de Cannon va a desequilibrarlo todo y ahora mismo no puedo soportarlo—, respondí, negando con la cabeza. —Vale, osita Alanna, cálmate. Subamos al camión y v
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