CAPÍTULO 75. CRUDA Y DOLOROSA VERDAD
Cuando el sol entró por la ventana, Alexander frunció el ceño, en señal de incomodidad, giró hacia el lado de la cama donde Madison dormía y no la encontró.—Madison —dijo con voz ronca. Al no escuchar respuesta se puso de pie y se colocó su bata y sus pantuflas, al ver la puerta abierta de la cabina de la ducha, supo que no se encontraba ahí, por lo que luego de asearse, se asomó a la terraza y tampoco la vio.Se dirigió a la habitación de los pequeños y de igual manera encontró sus camas vacías, por lo que descendió hacia el único lugar que sabía que podían estar: la cocina. Con cada paso que daba al pisar las escaleras, su sonrisa crecía al escuchar sus carcajadas.Sin que los pequeños, ni Madison se dieran cuenta, se quedó recargado sobre un pilar de la casa, para seguir apreciando aquella maravillosa mañana.*—Yo creo que si le ponemos un poco más de chocolate a la mezcla, va a saber más rico —Noah dijo mientras tenía un batidor e intentaba darle vueltas en aquel boul.—No, no
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