Aiko regresó a su departamento donde Karim la esperaba, desde su posición no pudo oír lo que las mujeres hablaron, pero si notó que la abuela lo miró directo y con desconfianza hasta que la puerta del elevador se cerró. Su socia caminó hacia él, evitando mirarlo, él pudo sentir sus nervios y vergüenza, sonrió por dentro, ella no era una adolescente que había sido descubierta haciendo algo indebido con su novio, sin embargo, actuaba como tal. Ella entró sin decir nada, él la siguió y cerró la puerta tras de sí, la mujer no lo había invitado a pasar, pero él no pensaba irse, ella se fue directo a la terraza sumergida en sus pensamientos, imaginando lo que su abuela pensaba de ella, ese mismo día su padre la había llamado zorra en el ayuntamiento, que podía esperar de su abuela. Para ella todo se sentía extraño y confuso, por una parte, le daban luz verde para experimentar, y por otra, le exigían ser un robot sin sentimientos, una máquina para trabajar, eso parecía ser complicado, el
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