Ryan Neeson Estoy confundido, no sé qué sucede conmigo; tal vez me he vuelto idiota o imbécil, pero después de hablar con Ezra y que me abordará sin rodeos sobre mis sentimientos por Freya, hizo tambalear muchas cosas dentro de mí. Es como si me hubiera vuelto más consciente de cómo me siento cuando estoy cerca de ella, de lo rápido que me palpita el corazón cuando me mira o de como hormiguea mi piel cada vez que la toco. Sin proponerselo, Freya ha trastocado fibras en mí que nunca nadie había alcanzado y me quedo muy claro después que Carol intento que la llevara a la cama y mi cuerpo no respondiera. Pensarla se ha vuelto mí viagra, un aliciente que me calienta la sangre en minutos; estar en su interior y ser arropado por su sexo es un privilegio, pero al mismo tiempo una deliciosa y adictiva tortura. Me he dado cuenta en los últimos días que cuando no está conmigo, siempre la pienso y la extraño. Me he descubierto añorando estar a su lado, oyendo sus groserias, haciéndola enojar
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