GiaCon un hambre del demonio, me dirijo a la cocina para desayunar. Allí me encuentro a mi mamá, a Tita y a la razón de mis tormentos.—Buenos días, cariño —saluda mamá con una sonrisa fingida. Yo hago lo mismo, pero trato de que la mía no se vea tensa, asimismo, me acerco a ella para abrazarla—. Perdón por haberte presionado anoche, mi niña —susurra en mis oídos—. Tienes razón, debes olvidarte de Gael y seguir adelante.—Lo haré, mamá. —Beso su mejilla. Esta vez, ella sonríe con sinceridad.Me siento en la mesa frente a Gael, mas no le dirijo la palabra. Entiendo que estoy siendo injusta, debido a que Gael es libre de coger con quien quiera y no me debe lealtad; no obstante, este sentimiento de traición dentro de mí es más fuerte que yo.Es como si todo mi ser lo reclamara, por más que trato de convencerme de que él no es mi mate, mi loba insiste en que sí lo es y su lejanía me duele de manera desgarradora.Por un momento, me pierdo observándolo desayunar. Me llama la atención la ma
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