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Todos los capítulos de UNIDOS POR LA VENGANZA.: Capítulo 11 - Capítulo 20
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Capítulo XI. Las consecuencias del orgullo.
Benearo.-" ¿Cómo puede un solo hombre acabar con mi hermano y conmigo, y más cuando atacábamos al mismo tiempo los dos?, Desde luego mi futuro cuñado, está hecho de otra pasta, ¿Será que la cabrona de Ranita se buscó uno fuerte adrede, para tenernos al hilo, a Ruyman y a mí? "- mi mente divagaba mientras me tocaba la mandíbula que aún me dolía.Estaba caminando por el pasillo, regresando del gimnasio del hotel, donde los dos gemelos Bencomo habíamos recibido la paliza de nuestra vida. Lo peor es que mi padre asistió a la "velada de boxeo". Y apostó con los empleados, y demás clientes que vinieron a ver la humillación. Y mi progenitor, nada más saber que nosotros éramos los adversarios, se fue con el más fuerte, o sea su futuro yerno.-" ¡Tener padres para esto!"- pensé, estirando me los músculos de la espalda, y quejándome cuando el golpe que recibí, me dio una punzada en el costado.Para colmo el idiota de Ruyman, ante la paliza recibida, se había ido al bar para, según sus palabras
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Capítulo XII: Las consecuencias del miedo.
Mary Llegué a pensar que tenía una relación con asistente Howard Newton, y resulta que hasta el asistente es totalmente y terriblemente hetero, por la forma en que se llevó secuestrada a mi Pocahontas.Mi tío, siempre me había tratado con cariño, nunca se olvidaba de mi cumpleaños, y de las fechas importante, cómo fue mi graduación. Incluso, me dio la opción de irme a vivir con él, cuando murió mi padre, pero mi madre no lo dejó. Yo aún era menor de edad y ella era mi tutora legal, así que, a cambio de dinero, consiguió que mi madre me mandara a el internado, mientras dedicaba toda su devoción a su preferido, convirtiéndolo en un auténtico bueno para nada.Ir al internado fue lo mejor que me pudo haber ocurrido, allí conocí a Cathaysa, y a los Bencomo, y comprendí que era el amor de la familia verdaderamente, eran personas que se protegían unas a otras, que es peleaban, se reían, se querían y compartían, todo eso que no había hecho yo nunca, junto a mi madre y mi hermano. Pero sí lo
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Capítulo XIII: La afirmación de un juego.
Mary.-" Si te vas a vender por dinero, dime lo que pides y lo pagaré con gusto. Esta noche te haré mía."- esta frase no la esperaba, incluso pensé partirle la cara por tratarme como una cualquiera. Acaba de descubrir que había atracción entre nosotros, o mas bien de Benearo hacía mí, que se desató hace unos segundos con ese beso.Y el habla de tenerme por dinero. Tras el sexo y él podría ser libre, para seguir torturándome con todas esas mujeres que pasa todos los días por mi despacho, y yo acabaría con el corazón roto.-" No podrás pagarlo, ni con todo el dinero de los Bencomo, así que no preguntes que te costaría."- le dije secándome el pelo.Mientras el salía del yacusi, quitándose la chaqueta y la camisa. Se quedó sin camisa, con ese musculoso cuerpo desnudo, dejándome, de paso, sin aire en los pulmones. Como podía mantenerme fuerte en mi decisión, si este hombre me tentaba así.No pude evitar recorre los músculos de sus pectorales, y los marcados abdominales, los músculos marcad
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Capítulo XIV: Desavenencias entre aliados.
Mary.-” Sabes muy bien escocesa y hueles aún mejor, siempre me ha gustado tu aroma por las mañanas, me descentraba en el trabajo, y me hacía imaginar miles de perversidades para hacerte.”- me decía mordisqueado mi oreja, mientras gemidos que yo desconocía poseer salían de mi boca.-” Tu también... tu … ¡dios!, …. Yo.... adoro tu olor”- mi voz se entrecortaba, y ni yo me reconocía. No soy tan desconocida al deseo y al placer, que no hubiera tenido ningún amante, no significaba que no tuviera deseos sexuales. Como mujer también había jugado con algunos aparatitos de masaje y de vibración, de hecho, en mi habitación del hotel tenía uno.Mas bien el problema erradicaba, en que, pese a que había tendido grandes sesiones de auto-sexo interminable, con mi agradable aparatito, donde el protagonista en mi imaginación era el mismo de siempre, el hombre que ahora mismo me estaba alimentando del nacimiento de mis senos. Nada me había preparado para que la realidad, fuera mucho más impactante, que
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Capítulo XV: Tengo que controlarme.
Cathaysa.Aun no podía creer que Duff hubiera dejado que su sobrina hubiera pasado la noche con mi hermano. A raíz de lo que pasó ayer, Duff y yo tuvimos nuestro primer desencuentro, si se puede llamar eso, a que, tras la discusión, yo le cerrara la puerta en sus narices, tras decirle unas cuantas palabras en español, muy poco apropiadas para una dama, como hubiera dicho mi madre.Y que él me hubiera hablado en gaélico, otras que aún tenía que traducir que, sin la ayuda de la atareada Mary, no podría en este momento. Lo único que tenía claro es que, si no fuera por mi carácter español, ahora mismo estaría en la habitación de Duff, durmiendo después de una noche de sexo alucinante.Hay que ser idiota, por mi orgullo Bencomo y mi miedo, anoche, no hubiera disfrutado de un guerrero escoces desnudo, recitándome todo lo que me iba a hacer en gaélico, mientras yo me desmayaba de placer.No sé lo que había pasado, en mi vida y en las de mis amigas en estos tres días, pero desde luego el mund
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Capítulo XVI: En el descubrimiento, el enemigo se desenmascara.
Duff.Aun no podía parar de reírme, cada vez que recordaba cómo, mo bhan-dia nymph, se había puesto porque le hable en gaélico, sentía que reventaba de la risa. Mi dama es muy sensible, fácil de excitar, en todos los sentidos. En la noche que pasamos juntos me encargue de memorizar todo aquello que hacía que, ella perdiera el control y se entregara sin reservas.Pero también me había gustado la mujer fuerte, con fuego en la mirada y desafiante que, se me había enfrentado, cuando creía que la estaba manipulando usando mi idioma, el de Escocia. Una lengua cuidada por los escoceses de generación en generación.Pero estaba muy lejos de lo que pretendía, sabía que oírme hablar gaélico o español, la excitaba, pero cuando ella me preguntó si daría mi vida por pasar una noche con ella, su primera noche, no puede decirle lo verdaderamente quería decirle, sólo hacia tres días que nos habíamos conocido. Nada de lo que ella o yo dijéramos sobre el otro, seria creíble, así que use la única lengua e
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Capítulo XVII. El príncipe, la princesa y el caballero.
Howard.Sabía que mientras veíamos las imágenes de Cathaysa Bencomo delante de la puerta de su habitación junto a la alimaña de William Sinclair, tendría que controlar, en más de una ocasión, a Duff para que no se presentara en esa habitación y arrastrara a William fuera de su hotel y lejos de su prometida.Era la primera vez que veía a mi jefe y amigo, enganchado con una mujer. Su madre le había dejado una marca psicológica muy grande, durante años su terapeuta había intentado que lo superase, pero le era del todo imposible. La Misofobia que sufre Duff es muy extraña. Le crea lesiones de cierta gravedad dependiendo del tiempo de exposición, e incluso puede hacer que se le pare el corazón, si la exposición es intensa.Prácticamente había desechado poder tener relaciones sexuales, y ya no te digo tener mujer, incluso me había comentado que, llegado el momento y mediante un acuerdo prematrimonial, se casaría con una mujer que, a cambio de la buena vida, le pudiera dar, mediante insemina
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Capítulo XVIII: El secreto del príncipe.
Howard ¿No se suponía que teníamos que tomar medidas contra William, para evitar que volviera a hacer de la suyas? De hecho, nos dirigíamos a mi habitación, para ejecutar un plan, que la cabecita prolífica de Mi lady, seguro que había creado.Esa fue la razón de que nos separamos del grupo que iba detrás del cabrón de William Sinclair.No entendí el miedo que vi sus ojos, en realidad no entendía nada, y eso era raro en mí, pero algo me decía que el responsable de todo eso era ese niño de cuatro años de mente despierta, decididamente Marcus Gómez, me había caído muy bien.Desde luego que no había de otra, me debía de caer bien, a pesar de que yo no estuviera acostumbrado a tratar con niños de cualquier edad, prácticamente desde que tengo uso de razón me he sentido como un adulto.Pero si pretendía que su madre entrará en mi vida, él estaba incluido, y en una parte muy importante.Así que no había de otra, tendría que empezar a estudiar e informarme que eran esa especie tan desconocida
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Capítulo XIX: El secuestro de los príncipes: El contraataque.
Mary.Que rápido es Pocahontas en seguida se despista con su Señor X. Mire a Benearo que me tenía cogida por la mano mientras yo trataba de que me soltara, me daba vergüenza que su hermano nos viera, y eso que siempre nos habíamos llevado bien, sobre todo por que Ruyman se lo pasaba pipa, observando cuando yo ponía a su hermano en su sitio, y salía de la oficina rabiando como un niño. Pero era demasiado pronto para que la familia supiera de nuestra relación.Además, ambos parecían extraños, muy serios, en especial Benearo, no me había hablado, mientras salimos en persecución del traidor de William, prácticamente miraba al frente con la mandíbula tensa, y un brillo de furia en su mirada, me imagine que tanto él como Ruyman, estarían ardiendo de rabia por Cathaysa, siempre había sido muy protegida por sus hermanos, hasta el punto de agobiarla, pero ahora si tenían motivos, para romperle la cara alguien, en especial si ese es quien es, que hace tiempo que se lo merecía.Yo sabía de lo que
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Capítulo XX: Liberando a los príncipes.
Benearo.No entendía que era lo que le pasaba, no sé por qué Mary ha reaccionado así, pero no me puedo quitar de la cabeza que, la mujer que amo fue maltratada por su hermano, cuando era una niña, y no hacer nada, como por ejemplo romperle la cara a ese mal nacido, no iba conmigo.-” Vuelve y habla con ella, idiota, ahora te necesita.”- me volvió a repetir mi hermano.-” ¡Deja de leerme la mente!, ¡Maldita conexión!, ahora no la necesito”- le grité y subí al coche. Arrancándolo, casi sin darle tiempo a que él se subiera.-” ¡Tranquilo, Zipi!, que yo no tengo la culpa de seas tan gilipollas.”- lo miré serio y salí bruscamente del aparcamiento, haciendo que se golpeara con el reposa cabeza. Él se colocó corriendo el cinturón de seguridad, mientras murmuraba los mayores insultos que le pasaban por la cabeza, todos y cada uno, dirigidos hacia mí.El trayecto a la casa de William fue rápido, ya que creo que en el trayecto me salté algunos semáforos, y otras señales, de seguro, me caería al
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