A una hora del centro de la ciudad, se ubicaba el predio militar más grande la nación.Rodeada de una centena de casas para las familias de los soldados y con seguridad extra, estaba la casona en la que Salvador tenía su oficina.Generalmente, no pasaba más de un par de días al año allí, ya que siempre tenía la excusa de alguna misión que supervisar o alguna investigación que realizar, pero desde que volvió de la frontera, prácticamente, no había vuelto a salir Y eso incomodaba a todos, pero era aún peor para los jóvenes que hacían sus pruebas para poder unirse al servicio militar, porque a pesar de sostener que tenía trabajo para hacer en la oficina cuando le preguntaban, Salvador parecía más concentrado en pasear por los predios de entrenamiento encontrando fallas en todo y en todosJoaquín era uno de los diez hombres que acompañaban día y noche a Salvador junto a MarcosDurante esos días, su entretenimiento era observar como todos asomaban despacio al predio detrás de la casona cu
Leer más