Justo cuando la situación estaba a punto de entrar en un lío acalorado, el teléfono de Lily sonó. Lo cogió a trompicones y contestó a la llamada: “¿Aló?”.“Lily, ya casi llego al hotel. Voy a comprar algo de comer. ¿Quieres algo?”. La voz de Jenny sonó desde el otro lado. En un instante, Lily volvió en sí. Apartó a Alexander y se levantó de golpe. “No… no, gracias. No tengo hambre”. “De acuerdo, ¿ya estabas dormida? Volveré pronto”, prometió Jenny.“¡Bien, sí!”. Lily colgó y arrastró a Alexander. “¡Rápido, Jenny está a punto de volver! ¡Debes irte ahora, y no dejes que te vea!”, advirtió Lily mientras se esforzaba por ordenar su ropa y le entregaba a Alexander su abrigo. Fue entonces cuando se dio cuenta de que él estaba sentado en el sofá, con una expresión lúgubre en el rostro.Ups. “Está bien, sé que es mi culpa y lo siento, pero no se puede hacer nada al respecto. Sabes que no podemos exponer nuestra relación por ahora, ¡y Jenny te conoce!”. Ella continuó mimándolo pa
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