Desde aquel encuentro que tuve con ese hombre de ojos dorados, al cual llaman Rodrigo, “el lobo blanco”, he tenido constantes sueños lúcidos con esa bestia mitad hombre. Todo estaría bien, si no fuese porque cuando lo veo, me siento sofocada, a merced suya, sin poder hacer mi voluntad, como si fuese a ser devorada por una fuerza mayor, con la que no puedo ganar. Por ello, lo único que debo seguir haciendo es seguir ocultando mi ubicación, no pretendo encontrarme con él, menos rendirme a sus pies. Antes que eso, prefiero desaparecer que darle mi vida. —Azul en qué piensas, revisa tu correspondencia, llegó hace un día y tu nada que lo recoges. —Añadió su compañera. Recibió la carta, la cual abrió y desde su pupitre, leyó el contenido. “Una postal anónima, que menciona a Omar…”, no buscarlo porque se comprometió con Clear. —¿Tiene algo de bueno Lusa? —No. —rio entre dientes. —Pero te acabas de reír. —Sabías no toda lógica es exacta, a veces es absurda como esta carta, debió haber
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