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Todos los capítulos de Bendito Pecado: Capítulo 51 - Capítulo 60
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50. EL DIABLO
—Te hice una pregunta —la tensión en su voz incrementó el miedo. —¿Qué significa esto, Claude? ¿Qué haces aquí? Creo que mi presión acaba de caer por debajo de cero y lo único que siento en mi cuerpo es la sangre congelarse. —Diablos… —miré al hombre frente a mí quien ensanchó su perversa sonrisa. —Oh sí, el mismo, mi querida Alma —se deleitó con cada sílaba alzando maquiavélico una ceja. La ola de recuerdos de lo ocurrido en Cosenza me golpeó cruelmente, cada interacción que tuve con él, cada roce… cada momento erótico. —No… no es verdad… —negué lento con mi cabeza sin salir de esta inexplicable espiral. —¿Eres… Claude? ¿El padre… Claude Laval-Scieri…? —murmuré al punto del desmayo. —El placer es mío —respondió erótico a ronca voz. —No imaginas cuánto tiempo llevo queriendo conocerte, Alma —él es el diablo… en verdad… este hombre es el diablo. —¿Y bien? —insistió Chris en lo que caminaba hacia nosotros. El diablo llamado Claude se separó de mí con total tranquilidad enfocándo
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51. TENSIÓN Y DUDA
Christian Terminada la cena, Alma fue a tomar una ducha quedándonos Claude y yo en la sala, pero conozco perfectamente al hombre frente a mí y sé que esta visita no fue una simple escapada como tanto pregona. —¿Me dirás a qué viniste? —le entregué su whisky, un vicio de toda la vida. —Estaba aburrido en la reunión y me preguntaba qué estarías haciendo. —Claro… ¿En serio piensas que todavía caigo en tus trampas después de todo lo que viví contigo? —Me alegra que aprendieras bien de tu maestro —ladeó una sonrisa con orgullo. —Demasiado, ahora dime la verdad. —No es mentira lo que dije, pero ya que vendría, pensé en saciar mi curiosidad por tu querido amor y debo reconocer que es todo lo que mencionaste y más. —Claude, si fueras cualquier otro hombre diría que solo me provocas con tu lengua, pero sé que algo hiciste. —¿Y qué te hace pensar que mi lengua no estuvo en el asunto? —preguntó socarrón. —Claude… —advertí con más firmeza. —Bien… Aguafiestas —volteó los ojos. —Solo jug
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52. AL CALOR DE LA IGLESIA
Alma Era como si la vida quisiera ponerme a prueba con los retos más difíciles, primero mi hermano Francisco, después Claude y sus “juegos”, luego la boda y ahora Emilio contándome sobre esta llave y una posible desgracia para todos, aunque todavía no entiendo qué pudo dejar el padre Ocampo bajo llave… a menos que… No, imposible, él jamás lo haría ¿O sí? —Alma, nos toca. Cuán distraída debía estar con los últimos acontecimientos que no vi en qué momento llegó Francisco, mas él no lograba sostenerme la mirada aun cuando yo lo hacía, no con odio, porque no tengo la cabeza para odiar ahora mismo a nadie, pero sí tenía un torbellino de emociones invadiéndome igual que a él. Continuamos el camino, los invitados nos veían desde las primeras bancas siendo las familias de más renombre en el pueblo junto a los Valencia y los Gutiérrez, el aire parece faltarme con cada paso solo de imaginar que mi hermano me llevaba por el corredor de la muerte, el mismo que él y mi madre quieren que recorr
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53. UNA BODA SIN DRAMAS…
Hacienda El MolinoJuan CarlosLlevábamos cerca de una hora desde que llegamos a la ceremonia en casa de Cecilia, las cosas parecían ir bien aun cuando me molestaba estar lejos de Lucía, en parte no le veía sentido el seguirnos ocultando si ambos queríamos estar juntos y nos amábamos, pero no quería darle motivos a Mariela de acelerar los planes de casarla con otro hombre.Le conté la verdad a Lu de lo que planeaban hacer con ella, por supuesto quedó devastada y en un afán por evitarlo me dijo que nos casáramos, estuve tentado a la idea de hacerlo y sé que mi hermano lo haría oficial así tuviéramos que darnos a la fuga, pero era justo lo que yo no quería, ella merecía la boda que deseara, anhelaba verla caminar hasta el altar de la misma forma en que Mariana lo hacía mientras Raúl la observaba con orgullo, con amor.—Juan Carlos —llamó Carolina cortando mi vista hacia Lu quien permanecía en otra mesa. —¿Puedes ayudarme con algunas cosas? Están pesadas y no puedo sola.No estaba seguro
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54. LUNA DE MIEL A LO MONTENEGRO I
Mariana— Raúl, hace demasiado calor ¿Seguro no estás perdido?—Tranquila amor, estamos cerca.—Eso dijiste hace como una hora y siento que me estoy derritiendo.—Ya lo verás…Al fin detuvo el auto, mi cuerpo está totalmente entumecido de todo el tiempo que duré sentada, no estoy acostumbrada a tanto tiempo de inactividad y en estos momentos estoy dudando de mi capacidad de raciocinio a esto de una “segunda luna de miel”.—Deja de pensar tanto, mujer, si es por las niñas seguro están pasándola muy bien y, además, ya llegamos a nuestro destino.—Sigo creyendo que fue una mala idea, al menos debiste decirme a dónde iríamos.Intenté bajarme de la camioneta sola, pero sus grandes brazos me atraparon pegándome a su cuerpo… Un gesto que inevitablemente me pone los pelos de punta, su cercanía, su olor… Raúl siempre ha tenido un efecto hipnotizante en mí.—Dijimos que disfrutaríamos en pareja, ¿y te rindes tan pronto? ¿Ni siquiera quieres descubrir el paisaje?No puedo evitar rendirme ante su
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55. LUNA DE MIEL A LO MONTENEGRO II
Dos días despuésAlma—Alma, tenemos mil cosas por hacer.—No, lo que tenemos es un retraso de casi una hora por tu culpa.—¡El trabajo es lo que tenemos retrasado!—Se equivoca; padre Valencia, me aseguré de dejar todo arreglado para que no tenga que pensar en nada más durante los próximos tres días.—¿¡Tres días!? —exclamó furioso. —¿¡En qué estabas pensando!?—Solo quería pasar unos días contigo ¿Tan malo es? —quebré mi voz haciéndole un mohín sensibilizándolo en el acto. Se ve tan lindo cada que se conflictúa así.—No me hagas esto —presionó el puente de su nariz tratando de contenerse. —Sabes que no es malo, pero tenemos mucho por hacer —habló más suave, ha caído.—No, ahora tú y yo nos iremos lejos, te olvidarás del trabajo y nos divertiremos mucho.—¿Irnos a dónde? —no pude evitar soltar una sonrisa traviesa. —No… por favor dime que no hiciste una locura.—¡Claro que no! —renegué. —¡Haremos una locura! —afirmé perversa.Durante la siguiente hora escuché sus quejas en completo s
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56. HUYENDO DE LOS MONTENEGRO I
Christian Había estado tan ocupado que no recordaba mi cumpleaños, pero que ella se tomara la molestia de preparar este viaje hasta el último detalle fue muy significativo, desde ayer hasta esta mañana que estuvimos en la playa y ahora que habíamos llegado al hotel en las montañas, fue perfecto, no veía la hora de saber qué sería lo próximo que pasaría, pero sí sabía lo que quería hacer con ella en cuanto cerré la puerta tras nosotros. Dejé las maletas a un lado y la arrinconé de frente contra un gran espejo que había en la pared colocando sus manos a cada lado de este, saboreaba su cuello, los hombros y su espalda a medida que nos desnudaba. Ella quiso repasar mi cuerpo, pero volví a acomodar sus manos en el mismo lugar dejando una fuerte mordida en uno de sus brazos. —Las manos quietas, señorita Montenegro, no querrá una penitencia durante la estadía. —O tal vez sí… —repasé mi rostro en su perfil y mordí su mejilla viendo nuestro reflejo. —No, en verdad no la quieres, pero sí q
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57. HUYENDO DE LOS MONTENEGRO II
Christian No sabía cuál Montenegro era peor en este momento, pero debía deshacerme cuanto antes de Raúl al sentir la sangre bajar a mi entrepierna con cada succión que hacía ella a la par de un perfecto trabajo manual que supo combinar diabólicamente. Al final accedí a la invitación asegurándole que buscaría a Alma, le informaría que nos veríamos en dos horas para dar un recorrido los cuatro en la zona ecológica y en la noche iríamos al casino, pero fue porque no soportaba un minuto más llegando a liberar mi deseo en la boca de ella en cuanto él se alejó devuelta a la habitación y la muy descarada salió con orgullo tras acomodar la prenda dejando un beso en mi mejilla. —Ojo por ojo, padre, ahora estamos a mano —murmuró perversa en lo que yo recuperaba el aliento. Parecía que me había succionado el espíritu, sin embargo, la tomé con fuerza de la muñeca llevándonos a la habitación, nos desnudamos rápidamente en medio de un fogoso beso que encendió nuestras ganas y la levanté alejánd
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58. DULCE AMARGO
Juan Carlos Cada día parecía empeorar esta pesadilla. Sé que todo empezó bastante mal y quizás de haberle puesto un alto a Carolina cuando las cosas avanzaron con Lucía o de haberle dicho a ella la verdad sobre mi relación con Carolina, hoy no estaría lamentándome como un imbécil por lo ocurrido en la boda de Raúl. Desde ese día todo ha sido un caos en mi vida y mi cabeza, intento mantener la mente fría durante el trabajo ocupándome tanto como sea posible para llegar a casa y dormir, evitando recordar que por culpa de las estupideces de Carolina ahora debo lidiar con el hecho de que seré padre y para colmo también con el silencio de Lucía, pues ella vez no quiso hablar conmigo. Todavía recuerdo correr desesperado intentando alcanzarla, prácticamente debí acorralarla a un costado de la casa teniendo una intensa discusión en la que ella me dio una fuerte bofetada, que tenía bien merecida, pero lo que más me dolió fue ver el reflejo de su corazón roto por lo que yo provoqué, porque au
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59. ¿AL DESCUBIERTO?
Christian Me levanté temprano como siempre alistándome para ejercitarme y aunque nunca faltaba quien me interrumpiera en el camino para hacer algún comentario al respecto, optaba por concentrarme en la música y los deportes haciendo caso omiso en lo posible. Volví a casa pasadas dos horas disfrutando una refrescante ducha, visualizaba a Alma conmigo recordando nuestro viaje semanas atrás y el deseo volvió, pero lo contuve al querer desfogarlo con ella. En la mañana todo transcurrió como siempre, aunque desde hace algunos días el ánimo de Emilio se encontraba por el suelo al saber que debía volver a la escuela, sin embargo, ayer conversamos comprometiéndome a ayudarlo para que sea más fuerte y sepa afrontar mejor las situaciones, ahora, no quiere decir que esté a favor de la violencia, pero sí consideré que aprendiera como mínimo defensa personal en caso de llegar a necesitarlo, lo cual espero nunca tenga que usar. Asimismo, llegado el mediodía, decidí despacharlo a su casa con el a
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