CAPÍTULO DOSCIENTOS NUEVEAmbos estaban desnudos en la cama, de lado, mirándose el uno al otro, acababan de hacer el amor que el cansancio de los orgasmos, tenían a Emily y Aiden con la respiración entrecortada. Las ventanas estaban cerradas, pero las cortinas estaban semiabiertas, que dejaban entrar un poco de luz de los faroles de la calle, a pesar de que la habitación estaba en penumbras.Aiden no dejaba de contemplarla con una adoración que calentaba el corazón de Emily, aunque para Emily la culpa estaba ahí como una diminuta bacteria que era difícil de ver y eliminar, pero no se sentía abrumada por las cadenas del pasado ni tampoco por el funeral de su hermana, le dolía sí, pero no para detener su vida.Ella estaba disfrutando un momento de deseo y anhelo, porque era lo que deseaba desde que volvió a encontrarse con Aiden.Y para Aiden era como estar en el mismo paraíso. Se sentía bien, aunque exhausto y con el sudor corriendo por su cuerpo, pero era de pura satisfacción. No po
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