Axel Vega LazcanoLeón, Guanajuato, MéxicoTenía que volver en sí, esta espera me estaba matando, el poco tacto que había tenido la llevó a salirse sin nada de protección, pues la ropa la traía toda empapada y eso le había provocado la hipotermia.–Lo tiene que estar güera, sin Amaia yo no podré seguir adelante – Declaré – La amo, como nunca he amado a nadie y eso tú lo sabes.Y yo se lo había dicho muchas veces a Amaia, porque la amo con todas las fuerzas de mi alma, ella no me puede dejar ahora, la necesito a mi lado, que me perdone por haberla tratado tan mal, solo había pensado en mi dolor y no en el de ella, que también había sufrido una perdida y yo haciéndola menos, como si ella tuviera la culpa.–Lo sé, por eso te pido que estés tranquilo.La güera se sentó al lado mío y tomó con una de sus manos, la mano de mi Amaia y empezó a darle masajes y a presionarle unos puntos de acupresión, con el fin que mi hermosa mujer reaccionara y abriera sus preciosos ojos, pero nada de nada, n
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