Desperté de golpe, sudando, mi respiración agitada, volviendo rápidamente mi vista a un lado, buscando que se encontrara a mi lado como todas las noches desde hace más de dos años, tragando me volví a acostar, esta vez mirándolo, sin apartar la vista de su rostro pacífico, respiraba con lentitud, de forma constante y tranquila, a un ritmo suave que hacía hipnótico verlo. Mi mano camino desde su cintura hasta sus hombros, pasó por su cuello hasta su mejilla, mis dedos traviesos molestaron a su boca, provocando que un tierno puchero se formara en ella. El mal sueño que me había despertando volvió a mi mente, cerré los ojos un momento, apartando mi mano de su rostro para que no notara su temblor, mi respiración había comenzado a volverse irregular, con cuidado me levanté de la cama, caminando hasta el baño en el pasillo, temblando enjuague mi rostro con agua fría, me miré al espejo, las ojeras eran notorias, eran cerca de las cinco de la madrugada, había visto el reloj de la mesa de noc
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