A las veintidós horas en punto, bajó las escaleras y, efectivamente, Miguel Ángel ya la estaba esperando. No dijo nada, sólo le sonrió brevemente, y un poco más tarde estaban en camino.Como las otras ocasiones anteriores, nadaron mucho, pero no estuvieron tan exuberantes como de costumbre. Cindy tuvo la impresión de que Miguel Ángel estaba un poco reservado y serio, y se preguntó si tal vez se debía a su estúpido comportamiento del domingo, después de todo. En silencio, se sentaron en sus toallas y miraron el agua. Finalmente, Cindy no pudo aguantar más. —¿Miguel Ángel? ¿Qué pasa? Si es por lo de antes de ayer, lo siento, sé que actué de forma bastante estúpida —explicó tímidamente, y luego soltó sin pensar—. No habría sido tan malo si... Sobresaltada, se mordió el labio, estaba a punto de volver a meterse en la siguiente situación estúpida. Sorprendido, giró la cabeza y la miró penetrantemente. —¿Si qué...? —Si hubiéramos pasado el día juntos en la playa —se apresuró a decir.
Leer más