Un respiro.Daphne.Llegamos a la oficina y me pidió que me sentara en el sofá, aunque le dije que estaba toda sucia y que me encontraba bien, no le importó. Dijo que su esposa, la peleonera, debía ser tratada con urgencias.Después desapareció unos minutos para traer el kit de primeros auxilios.Es tierno.—Debo estar mal de la cabeza —murmura, confundida, lo veo mientras saca algunas cosas para tratar mis golpes—. Te ves tan sexy toda golpeada, pero a la vez siento una rabia por no haber llegado mucho antes —suspira, negando con la cabeza.—Definitivamente, si tienes algunos problemas —me regala una leve sonrisa, sentándose a mi lado.Con mucho cuidado empieza a poner una pomada en mis golpes, cada vez que pasa por alguno de ellos tensa la mandíbula y dice impropios acerca de ellos. Me parece el hombre más rudo y a la vez tan tierno, que muero por besarlo.Desgraciadamente, también me ha partido el labio.—¿Quieres un pañuelo? —cierro los ojos arrepentida, descubrió que le estaba vi
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