Claudia miró a Marko asustada por lo que pudiera hacer con ella, tuvo tanto miedo en ese instante, que las ganas de salir corriendo y esconderse eran tan fuertes que creía que él escuchaba sus pensamientos. Marko le sonrió y ella tragó con dificultad.—Ponte de pie, donna pazza, tienes todo el cuerpo lleno de lodo —le dijo Marko haciéndole gestos con una mano para que se pusiera de pie.Un sollozo escapó de Claudia, se había sentido libre por casi una hora, hasta que habían ido detrás de ella, ahora tenía que regresar y no sabía qué harían para castigarla, ¿la amenaza de Orazio sería cierta? ¿Sería azotada con un látigo? Solo de pensar en ella ya sentía dolor en todo su cuerpo.—Ponte de pie, Claudia, o lo hago yo, no tengo toda la noche —la apremió Marko y a la cubana no le quedó más que obedecer.Claudia se puso de pie con dificultad y quedó con la cabeza gacha frente a su carcelero. Sin embargo, Marko no le permitió mantener la mirada desviada, la tomó por la barbilla con una mano
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