Camila detuvo su automóvil justo frente a uno de lo hospitales que había encontrado en aquella ciudad a la cual acababa de llegar. Ni siquiera estaba segura de donde era que se encontraba, pero estaba segura de que necesitaba atención medica lo más pronto que fuera posible. Desde que había tenido que huir de la ciudad, se había percatado de que el dolor en su cuerpo cada vez parecía estarse intensificando más. Los brazos le dolían y las heridas que Santiago le había causado en el rostro no le dejaban de sangrar ni por un momento. Temía por la gran cantidad de sangre que ya había perdido, tenia las manos llenas de sangre por todas las veces que se había limpiado la sangre que le salía del rostro. Varias veces se había puesto a pensar en que necesitaba detenerse en la carretera para intentar cerrar esas heridas, pero tenía tanto miedo que ni siquiera tenía el valor para detenerse. Temía ante la idea de que Santiago regresara, de que la estuviera siguiendo o que la policía estuviera busc
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