Ambos hombres se quedaron callados por un buen rato, hasta que José volvió a romper el silencio. — Promete que pase lo que pase, no te separarás de ella. Solo te tendrá a ti, después de que yo ya no esté ella, se sentirá sola, al fin de cuentas ella todavía es joven y le costara trabajo entender porqué actúe de esta manera. — dijo José, solo que el silencio de Agustín lo puso nervioso. — No diga esas cosas por favor, usted estará con no nosotros por mucho, mucho tiempo, y no se preocupe por Anna, siempre estaré para ella. — respondió Agustín. José al escucharlo, respiro, ni siquiera se había dado cuenta que había dejado de hacerlo. — Gracias Agustín, yo sé que no me equivoque contigo, Anna y tu serán muy felices, de eso estoy muy seguro. Bueno ya no te quito mas tu tiempo me retiro. — dijo José, levantándose y estrechando la mano de su yerno. — Está bien y no se preocupe, todo estará bien, puede estar tranquilo. — José sonrió y salió de la oficina de su yerno. Agustín se quedó s
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