Después de aquella noche Lex no volvió a ser el mismo y Nikki mucho menos. Los dos tenían que encontrar la manera de arrancar de sus corazones el amor que se tenían, dejar atrás sus momentos de felicidad. Lo más difícil no era olvidar, era seguir adelante sabiendo que siempre estarían presentes en la vida el uno del otro, pero no como ellos querían. Nikki borró todas las fotos que tenía en su teléfono móvil de aquella escapada en París, pero no pudo deshacerse de su vestido de princesa, ese tan delicado y hermoso que Lex le había regalado. Tampoco pudo tirar una rosa que había guardado entre las páginas de un libro, una flor que ella había conservado del ramo de flores. Pequeños recuerdos de su fugaz cuento de hadas y también tenía algo más. Nikki pasó la mano por su vientre pensando en su angelito que ya no estaba. Ese pequeño que no llegó a nacer, pero era lo más puro que habían tenido Lex y ella. Cuanto a Lex… bueno, él se sentía como un niño perdido. Desde que Nikki salió del
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