La mirada de Leonardo viajó por todas las esquinas de aquella casa, mirándola con desdén, la juzgaba, Emma podía darse cuenta, cuando así lo quería, sus ojos reflejaban demasiado, y en ese instante lo hacían. De vez en cuando, sus labios se entreabrían, como si quería decir algo, pero a la vez, no.El rubio sujetó a Emma de la mano, los labios rojos de la muchacha por el beso que hace no demasiados segundos atrás le había dado, le sacaron una sonrisa, usualmente, no la besaría tan fuerte, pero estaba buscando una manera de “marcar territorio” para que Liam, si acaso lo dudaba, supiera lo muy suya que ella en pocos meses se había convertido.El brillo se desvaneció de los ojos de Leonardo cuando llegaron a la habitación en donde estaba Liam, acostado, los ojos de ambos hombres colisionaron, ambas miradas frías, casi enojadas, no habían nacido para llevarse bien bajo ningún termino. Emma apretó la mano de Leonardo, suspirando, lo que menos quería, era un escándalo cuando Liam se encontr
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