Los días en Santorini se estaban agotando, y la relación entre Galani y Hazel era cada vez más interesante y bonita, él, la complacía en tondos los sentidos, ella, le demostraba ese afecto de cariño que lo hacía sentir de maravilla, después de tanto tiempo, Zarek estaba motivado tener la compañía una mujer, y a pesar de ser tan joven, Hazel se estaba convirtiendo alguien importante para el griego, en alguien valioso. —Flores para una hermosa dama como tú, buenos días, bella durmiente — ella sostuvo el ramo de flores en sus manos. —Buenos días, anciano mío, me estoy acostumbrando a despertar y encontrarme con algún detalle que provenga de ti, y no es bueno, porque cuando regresemos ya no será así — se sentó en la cama. —No pienses de esa forma, me ocuparé de que cuando volvamos no te falte un detalle de buenos días —Hazel olió las rosas y le sonrió. —Me parte el alma, saber que ya mañana volveremos. —Te prometo que en otra oportunidad haremos otro viaje para acá. —Vale, ¿Y qué har
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