BRANDONHe perdido la cabeza por completo, lo sé, pero no puedo evitarlo, esto me supera de formas inimaginables, arrastro a Megan hasta mi jodida habitación, ella se remueve inquieta entre mis brazos, me lo impide, trata de soltarse, pero mi agarre es más fuerte que sus deseos. Entramos a mi habitación y le coloco el cerrojo a la puerta, la suelto y ella, como un gatito asustado, retrocede un par de pasos, como si poner toda la distancia posible entre los dos, fuera su único objetivo. —¿Qué haces? —me pregunta con su dulce voz. Detallo su cuerpo, trae el mismo vestido, debió regresar del departamento de Morgan, cuando el abuelo se puso mal, no le dio tiempo de cambiarse. Debe tener su olor impregnado, y es por ello que lleno de rabia, tiro de su brazo, le quito el maldito vestido, solo trae bragas puestas, se las bajo. —¡Suéltame, pervertido! —intenta detenerme. De nada sirve, porque la dejo desnuda, mi polla se endurece tanto como una roca, sus perfectos pezones rosados y erecto
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