La despedida ya estaba llegando; Emily, Lucy y Abby fueron a mi casa, habíamos decidido reunirnos antes de mi viaje. Todo era tan triste, a pesar de haber visto a Adrián, una parte de mí seguía marchita.—¿Así es como termina todo? ¿Cada quien sigue su camino? —dijo Emily con voz entrecortada.—No, Emily, todo no termina aquí. Nos volveremos a ver, y más pronto de lo que imaginan —mi respuesta sonó con tal seguridad que hasta yo misma me sorprendí. Lucy me abrazó con fuerza y me regaló una estatuilla de San Miguel Arcángel.—Gracias, Lucy es hermosa.—Mi tío, el sacerdote, dice que San Miguel Arcángel es un guerrero contra el mal y destruye demonios, así que ponla en la mesita de tu cuarto.—Lo haré, te lo prometo —Emily estaba ahogada en su llanto, me levanté hacia ella y la abracé.—Te dije que estaremos juntas siempre, la distancia no separara una amistad verdadera, por otro, lado Estuardo te necesita —le recordé.—Tienes razón, pero tú eres mi hermana ¡Me voy a sentir incompleta!
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