Sylvia ¿Descansar? No podría, sentía punzadas en los pies, y rodé de un lado a otro toda la noche, con las preguntas rondando mi mente, esas que no pude hacer porque jamás regreso Oliver, lo que me alivio, por un lado. Llámenme loca si lo desean, pero la vibra que él tenía no me gustaba para nada. Amada o no, mi hogar estaba en Nueva York y en cuanto pudiera quería volver a mi casa, así que cuando Liss se asomó en la puerta llevando lo que sería el desayuno, la invite a que me acompañara, a lo que me dijo que no había suficiente para las dos. — Bueno, quédate por lo menos, no quiero estar aquí sola, quizá puedas decirme, ¿en dónde estamos? — La vi titubear, le rogué hasta que la convencí de sentarse. — Estamos en Canadá, en el territorio de la manada Black River — vi que se enlazó en un mensaje, a lo que de inmediato se disculpó con la excusa de tener que atender sus deberes. Mucha hambre no tenía, pero olía fantástica la comida, al terminar me dio curiosidad mi entorno, fui has
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