101 Epilogo IIIEl día de la boda había llegado, y la atmósfera estaba cargada de emoción. El lugar, decorado con delicadeza y elegancia, estaba lleno de flores blancas y lilas, las favoritas de Romina, que perfumaban suavemente el aire. El sol brillaba alto, y todo parecía perfecto, como si el mundo mismo quisiera celebrar junto a ellos.Romina estaba frente al espejo, sus manos temblorosas mientras Carlota y Mónica le ayudaban a ajustarse el velo. La habitación estaba llena de risas y murmullos nerviosos. Mónica, a pesar de estar embarazada de cuatro meses, apenas mostraba una pequeña barriguita que disimulaba bajo un vestido elegante, pero su radiante sonrisa era imposible de ocultar.—¿Estás lista para esto? —preguntó Mónica, con una dulzura que Romina siempre había apreciado—. Porque después de hoy, no hay vuelta atrás, querida.Romina soltó una carcajada suave, era lo que más quería, ya llevaban dos años viviendo juntos, esto solo era una mera formalidad que tanto Jacob como ella
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