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Todos los capítulos de Prisionera de tu amor: Capítulo 81 - Capítulo 90
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81. Llegaron las princesas
Me encontraba escribiendo el final de la novela cuando Adrian entró en la pequeña oficina que había preparado para mi, mientras mas lo observaba más me enamoraba Para mi era como un dios griego, fuerte y terriblemente sexi, muchos me decían que era debido al embarazo y que luego se me pasaría, pero la verdad ya me sentía así desde antes de estar embarazada. —Hola amada esposa, teniendo en cuenta que hoy es sábado y estoy libre solamente para ti, ¿Qué deseas hacer hoy?—Tener sexo.—Además de eso mi pequeña viciosilla.—Pues, me gustaría ir a la playa, eso sí después de hacer el amor.—Me parece un plan increíble—, dijo acercándose a donde me encontraba y la verdad era que mi deseo infinito por su cuerpo y que parecía no extinguirse eso si era producto del embarazo.Adrian se arrodilló frente a mí y comenzó a besarme con pasión mientras sus manos acariciaban mis pechos, mi prometido no solo era un hombre que sabía complacer sino que además me conocía lo suficiente para volverme loca.
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82. Nada más
Una vez nacieron las niñas las envolvieron en sus mantas y nos las entregaron para que las conociéramos, cada una tomó una en sus brazos, eran como gotas de agua y ahora tocaba decidir cual era cual, nos besamos y sin duda ese se convirtió en el momento más importante y feliz de mi vida, las niñas se encontraban sanas y tenían un peso saludable, yo estaba bien y con el amor de mi vida junto a mi.Después de darles un beso a las bebes se las llevaron para atenderlas y terminar de examinarlas, también le pidieron a Adrian que esperara afuera en ese momento, así que aprovechó para avisar a todos sus familiares sobre el nacimiento.Adrian no quería dejarme sola por mucho tiempo así que permaneció frente a la puerta hasta que le permitieron entrar de nuevo y se retiraron todos, se acercó a mí y me dio un beso en la frente, —¿Cómo te sientes amor?, eso fue increíble, acabas de tener dos niñas, eres una campeona.Me sentía agotada pero era lindo que el me reconociera lo difícil que era el tr
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83. Como si fuera la primera vez
Habíamos decidido salir a cenar, queríamos celebrar que mi libro estaba después de mucho esfuerzo impreso y disponible para la venta al público, contábamos con la ayuda de la Dora quién además de ser una niñera excelente para hacerse cargo de las gemelas había estado conmigo durante todo el embarazo y que era una persona de total confianza, sin embargo, como toda madre primeriza no dejaba de tener sentimientos de culpa.Era la primera vez que tendríamos un momento a solas fuera de casa, conocer algún restaurante, visitar algún lugar maravillosos y así pasar el resto de la noche juntos, era una promesa que nos habíamos hecho de no dejar que el hacernos padres no hiciera perder el espacio para el romance, por lo que aunque me sentía con el corazón encogido le dimos un beso en la frente a nuestras princesas y nos dispusimos a salir, no tenía idea del apego tan fuerte que se crea entre una madre y sus bebés.Una vez en el auto Adrian que me había aprendido a entender en el auto me abrazó
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84. Desesperación
Me había levantado con un mal presentimiento era más que una simple paranoia materna o que extrañaba a mis bebes era mucho más, pero tenía que calmarme para poder determinar qué ocurría.—Amor aquí tienes el teléfono, no te angusties, seguramente que todo está bien con las pequeñas. No hay nada de qué preocuparse pero entiendo, eres madre y ustedes necesitan saber todo los detalles de lo que hacen los hijos—, Adrian inicialmente piensa como es normal que quizá es qué simplemente las extraña pero ante la preocupación lo mejor es que se comunicara con Dora para que logre estar tranquila.Marco el número en su celular, se escuchan 3 repiques y aún ella no contesta, cuelgo la llamada y le comentó a Adrian, él piensa que posiblemente por la hora, la niñera deba estar durmiendo al igual que las gemelas. Quizás tiene razón, tal vez tuve una pesadilla que no recuerdo y que me dejó tan perturbada o solo era un sentimiento común en las madres.Nos acostamos de nuevo pero esta vez dejamos los ce
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85. ¿Dónde está?
Una vez llega la policía comienzan a tomar los datos de lo ocurrido mientras otros inspeccionan el lugar, desesperada abrazo el peluche favorito de Helena, un pequeño conejo de color rosa con el que suele jugar, siento que me duelen los ojos de tanto llorar, el té que me suministraron no ha logrado calmarme, sin embargo, no deseo que me excluyan así que me abrazo a Adrian mientras el continúa respondiendo las preguntas del agente.—¿Tienen referencias de la señora que trabajaba para ustedes?—Yo guardé el papel que ella trajo el primer día —, intervine intentando que la culpa y desesperación no me invadieran e intentando ser útil.Sin embargo, un escalofrió recorrió mi cuerpo, pues si Dora era cómplice todo se pudo haber evitado, ¿Cómo pude meter en mi casa a una persona sin verificar sus referencias?, todo era mi culpa, me aferre a una persona equivocadamente, puse en riesgo a mis bebes, busque el papel, pero luego de entregarlo me quebré.—¿Dónde esta mi hija?, perdóname Dios si he
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86. Por mi hija
Despierto cuando los primero rayos del sol entran por mi ventana, por un momento creo que todos se trató de una pesadilla pues estoy en mi habitación como si no hubiese ocurrido nada, pero en cuanto veo a mi hija a mi lado me golpea la verdad su hermana no está y realmente la pesadilla del secuestro de Elena a ocurrido, mientras me aferro a Sofía que aún no despierta veo a Adrian dormido en el sillón a un lado de la cama, luce cansado y con ojeras una muestra de que al igual que yo se siente destruido.Abre los ojos adaptándose a la luz y le busca con la mirada, —¿Ya estas despierta amor?—Sí, ¿Qué ocurrió?, ¿Por qué me dormí?, ¿Se ha sabido algo?—Ricardo te dio algo para que pudieras calmarte unas horas y fue mejor así, pues la espera te hubiese alterado mucho más y debes a pesar del dolor intentar estar bien para Sofía, lamentablemente hasta ahora no podemos hacer más que esperar.—No quiero estar con los brazos cruzados.—Hasta que no se comuniquen con nosotros es poco lo que pode
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87. El final de todo
Me acerco a la entrada del edificio todo esta oscuro y mi de inmediato siento una aprensión en el pecho, mi hija está en un lugar tan siniestro y en la mano de personas inescrupulosas y quizá crueles, elevo una plegaria mientras paso por un vestíbulo y me acerco a la escalera, una vez llego arriba encuentro un pasillo, todo está sucio y húmedo así que pienso es en lograr sacar a mi bebe de allí Al final del corredor hay una puerta abierta de donde proviene la luz que está alumbrando el lugar, apenas traspaso la puerta descubro quienes son las personas responsables de este sufrimiento Dora tiene a Helena en brazos mientras Adela se encuentra de pie con un cuchillo en la mano. —Mira quien llego nana, nuestra querida invitada. —¿Nana? —, digo sorprendida pues hasta ese momento albergaba la esperanza de que Dora no estuviera involucrada. —Ah, no lo sabias ella es mi segunda madre, es quien me crio y cuido desde pequeña. —No puede ser, ¿Dora cómo nos haces esto después de la confianza
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88. Lucha mi amor
Adrian tiene en los brazos a Lorena, parece estar inconsciente y se siente desesperado, ha perdido mucha sangre y solo puede orar porque todo salga bien, todo se volvió un caos en un segundo, nunca pensó que Adela pudiera llegar tan lejos y ahora tanto ella como Dora están muertas. La ambulancia llega pronto llevan a madre e hija al hospital mientras Adrian le acompaña y Bacco les sigue, por momentos tomo su mano y la emoción hace que las palabras se queden atoradas en su garganta, siente que se le quebrara la voz mientras las lágrimas recorren su rostro, tiene miedo de perderla que tanto sufrimiento haya sido en vano. Si pudiera regresar el tiempo atrás y ser el quien arriesgue su vida lo haría|, ve como los paramédicos luchan para mantenerla viva y se siente impotente, toma su mano y la estrecha, pero en sentirla tan fría e inerte le desespera, —Lorena, lucha mi amor, no te dejes vencer, las niñas y yo te necesitamos, yo moriría si no estás junto a mí—, susurra angustiado. Los par
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89. En paz
Cuando Adrian siente la bofetada piensa que se trata de un error pues con el momento y preocupación solo ha tenido mente para lo que ocurre con Lorena, sin embrago, cuando ve a su madre abalanzarse para defenderlo tiene claro que no se trata de algo fortuito, al girarse nota que quien lo agredió no es otra que su tía, quien está siendo sujetada ahora mismo por su esposo. —Volviste loca a mi hija, la asesinaste, con tu egoísmo, por pensar solo en ti en que querías hacer tu vida. Adrian esta tan afectado que simplemente se queda inmóvil, no tiene fuerzas para enfrentar ahora a una madre dolida por la muerte de una hija que ha traído tanto dolor a todos así que es Elani quien toma la palabra, —No culpes a mi hijo de esta situación, son ustedes quienes consintiendo todos los caprichos de una chica que necesitaba ayuda, crearon el problema que ahora sufrimos todos. —Yo perdí mi hija, ¿Qué perdiste tú? —Mi nieto, mi paz y la felicidad de la familia y todo porque no quisieron escuchar, ¿C
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90. La Culpa
Adrian todavía tiene en su mente esos últimos momentos antes de que lo sacaran de la habitación de Lorena, el sonido ensordecedor de aquel instrumento que indica que su gran amor a partido, los médicos y enfermeras que corren dando instrucciones, sus propias lagrimas humedeciendo su rostro aun si el saber cómo llegaron allí mientras observa por una pequeña ventanilla como los doctores luchan para traer a la vida aquel cuerpo inerte con el que alguna vez bailo, soñó y disfruto de la pasión. — Amor, si puedes escucharme, perdóname, pensé que tal vez así entenderías que debes regresar con nosotros, no hablaba en serio, eres la mayor bendición que ha llegado a mi vida jamás te odiaría ni siquiera si te olvidaras de mí. Pronto fue retirado de allí por el mismo personal y acompañado hasta el área de espera donde se reunió con su familia y completamente desecho relato lo que había ocurrido, uno a uno se le acercaron y le pidieron que no fuera tan duro consigo mismo él era una persona normal
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