Eryx DeCostelloNew YorkEstando tranquilamente en casa de Tobías, comiendo a gusto, y entra una llamada a mi celular, veo la pantalla y tuerzo la boca, es una llamada de mi madre. Le enseño el teléfono a mi amigo y este se ríe. Con lo que me gusta ser interrumpido. Hago una señal negando con la cabeza, espero que no sea una más de sus comidas organizadas para ver a una más de sus elegidas.–Hola, madre, buenas tardes. – La saludo con cortesía.Siempre me dirigía ella de forma apropiada, aunque ella no lo creyera era la mujer más importante de mi vida, la amaba sobre todas las cosas, a ella y a mi hermanita. Y si la vida me lo permitía muy pronto abría una tercera en la lista.–Hola, buenas tardes, cariño ¿cómo estás? – Dice muy contenta.Bueno ella siempre estaba de buen humor, nosotros éramos la que la sacábamos de quicio. No lo podíamos evitar, pero la amabamos a fin de cuentas.–Bien y tú, madre. – Contesté.–Excelente mi amor – Seguía muy amorosa – con la llegada de los abuelos,
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