Calvin no sabía qué hacer primero, si mandar acomodar la puerta destrozada o ir por Camerina al aeropuerto.Era obvio que simpatizaba con su jefe y amigo, en especial sabiendo todo los altos y bajos por los que Zeke Karras pasó casi desde su nacimiento. Verlo en ese estado le causaba felicidad y algo de vergüenza, después de todo, él pasó por lo mismo cuando su vínculo se formó, a pesar de que encontró a su basherte desde muy joven.No obstante, era un contraste chocante entre el la Bestia Karras, el CEO frío, indiferente y despiadado en los negocios, y este nuevo Zeke, amable, dulce y amoroso, que miraba con calidez a la mujer dormida sobre su cama.¡Zeke nunca dejó que ninguna mujer durmiera en su cama!Las pocas interacciones de índole sexual que tuvo, las hizo todas en hoteles o en clubes, con mujeres a las que no vio de nuevo una vez satisfizo sus necesidades.―Cof, cof… ―tosió llamando la atención de su jefe―. Camerina debe estar bajándose del avión en este momento ―le informó.
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