Tocamos el timbre, una empleada nos abrió la puerta y nos hizo pasar hasta la sala, rápidamente fue con los señores para informarles que había llegado visita. Don Martin salió de su despacho a recibirnos, tan rápido lo vi, no dudé en abrazarlo con fuerzas, solo podía llorar en su pecho sin detenerme. —¿Qué te ha pasado?— Preguntó preocupado. —No es nada, aunque si es algo… Mi madre murió hace algunos días, y acabó de dejar a mi esposo, así que estoy un poco triste— Le confesé. —Lo siento mucho, de haber sabido Elena y yo hubiéramos ido— Respondió con amabilidad. —Don Martin, eso no es lo que me trae aquí, realmente vine por algo que es muy importante— Le dije mientras lo miraba fijamente a los ojos. Martin acarició mi cabellera, ambos nos quedamos mirándonos, las palabras no hicieron falta. Don Martin me abrazó, algunas lágrimas se escaparon de sus ojos, sentía como sus brazos me rodeaban con fuerzas. —Tu eres nuestra hija, la primera vez que te vi, sentí que te conocía de toda
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