La claridad del día va entrando por las ranuras de la puerta. Primero se estira Nicoletta y después yo. La cadena es tan corta para las dos, que casi no podemos movernos.—¿Crees que Yurik nos encontrará? —pregunto a Nicoletta.—No lo sé, pero espero que sí.—Perdóname, yo no quería que esto pasara —le digo llorando.—Lo sé, pero la culpa de esto es mía, fui yo quien abrió la puerta sin mirar, los matones de Mareck entraron y se llevaron a la niña.—Shhh, calla, creo que viene alguien —le comento muy bajito, abrazándome a ella.Nicoletta me abraza con fuerza, mientras escuchamos cómo se abre la puerta. Sus voces son tan conocidas, que sé quién es Carlos y quién es Pedro.—Buenos días, mascotas —dice Pedro para humillarnos.—¡Buff!, &
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