Rose llegaba al café entraba con el paso firme, ese día llevaba zapatos altos de charol rojo, vestido de pequeñas florecillas, su pañoleta roja haciendo tono. Los ojos de todos se voltearon para saludarla y admirar su belleza, de hecho, la veían con un color vivo, o una luz que destellaba brillos, como después había afirmado la señora Pam, despuntaba una admirable luz que la envolvía. Era una nueva Rose. En el café era un día con muchos clientes entrando y saliendo, Rose se colocaba su delantal y con una amplia sonrisa, consultaba los pedidos, el café tenia nuevo sabor, Josef, Ana, Emi y Mely, le sonreían, como si entendieran que una nueva Rose había hecho su entrada al lugar. -Rose, sé que algo ha pasado y me alegra por ti-. -Si Mely, y ahora quiero compartir con ustedes, una decisión que he tomado-. -Señora…no me diga que piensa despedirnos, si vende este café, será difícil encontrar un lugar como este, encontraremos algo que hacer, pero…no será igual-. -No Ana, no es eso, nuest
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