Narrador.Adub, no quería ni levantarse, tenía a Nazia arrullada entre sus brazos y aspiraba el aroma de su pelo, a medida que sonreía muy feliz y su lobo emitía ronroneos que le hacía vibrar el pecho.—Buenos días— dijo Nazia que llevaba tiempo despierta, pero temía moverse para no despertarlo hasta que lo sintió olfatear su cabello, por sexta vez en la mañana.—Buenos días, mi linda hechicera— a ella el rostro se le tornó rojo, pues el haber despertado a su lado, desnuda, ya la hacía sentir apenada y ahora que él le hablara de ese modo la sonrojaba más.—Me acostumbro fácil, deja de tratarme tan lindo—, aunque no quería ser atrevida, algo dentro de ella, le instaba a cambiar y ser más suelta con él.—Pues acostúmbrese hermosa, que eres mi consentida—, ella se giró para verle tan rápido que no pensó en nada, ni siquiera en sentir timidez.—Sé que me lo has dicho, pero quiero que me vuelvas a decir que seré la única—, él se quedó pasma
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