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Todos los capítulos de DESTINOS ENCONTRADOS. : Capítulo 21 - Capítulo 30
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Capítulo diecinueve.
Las semanas siguientes pasan sin ningún tipo de inconveniente.No hubo más cartas inesperadas, no hubo regalo de flores ni mensajes extraños. Todo transcurrió sin problema, y una parte de mi se alegra de ello. Todavía no me olvido de mi ataque de aquel día. Al parecer nadie más toco el tema y Max tampoco me ha vuelto a preguntar, pero sé que solo lo hacen para no incomodarme. Lo hacen porque saben que es un tema dificil de dirigir para mi.Y eso ayudó a que pudiera relajarme. A no sentir que me estaba ahogando.Suelto un suspiro sonoro cuando dejo las bolsas de la compra sobre la mesada de la cocina de mi nuevo departamento.Luego de que salí de la empresa con Jess el día que ataque a Valentin, nos reunimos con su conocida y pudo mostrarme el apartamento ese mismo día. No tardé mucho en quedar encantada con el lugar. Y ella no tardó mucho en rentarmelo. Al parecer quería tener alguien aquí antes de irse a vivir con su esposo a California.Jess estaba entusiasmada cuando acepté su ofer
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Capítulo veinte.
—¡Debí pedirlo en un talle más!Me giro para ver a Jess luchando para que el cierre de su vestido rosa claro cierre por completo. Suelto una pequeña carcajada mientras me acerco por detrás y mi reflejo se encuentra con la suya en el espejo. Entonces tomo el pequeño objeto y lo subo para que le termine de ajustar la parte del pecho.Es un vestido sencillo aunque va perfectamente con ella. Lleva encaje en la parte de arriba de la prenda, con escote poco pronunciado y sin mangas, dejando así que su cuello luzca un hermoso collar dorado delicado cayendo contra su piel bronceada.Está hermosa y creo que ya se lo he dicho más de una vez. Jess tiene la excelente habilidad de hacer que todo le quede bien. Y cuando digo todo, es también pensar en ese pijama de Mickey que tenemos guardado en nuestros cajones de ropa de preparatoria.Bueno, pues a ella le queda igual de bien y sensual. A mi, por el contrario, no hace ese efecto. Al contrario. Parezco de preescolar.—Deja de quejarte. Te sienta b
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Capítulo veintiuno.
Desde que sucedió todo lo de Jack, yo nunca volví a ser la misma.Sé que es una frase poco original y muy usada por muchos, pero es que no encuentro otra descripción para todo lo que ha ocurrido en mi vida desde hace cuatro años.Hay muchos recuerdos que mi mente simplemente bloqueo, por lo tanto, hay muchas cosas que pasé con él que no recuerdo. Solo recuerdo los sucesos más recientes. Y algún que otro momento que mi mente ha marcado como importante, pero fuera de ello, todo lo demás, ha quedado como en una bola de cristal la cual tendría que romper con mucha fuerza para que vuelvan a aparecer.Esto me ha explicado mi terapeuta cuando llegué a su consultorio, aferrada a Chiara hace unos años atrás, temblando como un pequeño ciervo al cual hirieron de forma abrupta y violenta. Ella fue quien me tomo entre sus brazos cuando me vio y espero paciente, a que fuera poco a poco, soltando mis mayores temores y sabiendo que ella no iba a lastimarme. Que ella no terminaría por hacer lo que hiz
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Capítulo veintidós.
Tres semanas después.Él corre tras de mi mientras avanzo por el pasillo. Me tengo que sostener de la barandilla cuando tambaleo y casi caigo al suelo, pero al sostenerme, evito esto y sigo de largo. La respiración me falla. Creo que el corazón se me está por salir y solo quiero salir de aquí. Puedo escuchar mi nombre en sus labios. Jadeo en busca de aire y corro escaleras abajo. Estás se me hacen interminables. Deseo poder llegar a la puerta, puedo verla a lo lejos, está solo al alcance de unos cuantos pasos más...Si solo llegara. Un escalofrió recorre mi columna cuando escucho sus pasos aún más cerca, creo que está cruzando el pasillo del segundo piso. Miro por encima de hombro y efectivamente ahí está. Puedo ver su rostro tenebroso. Siempre lo es cuando está en este estado. Da miedo. Me da miedo. Muchísimo. Sus ojos conectan con los míos, me ve como una fiera hambrienta. No va a dejarme esto tan fácil pero quiero hacerlo. Quiero intentar poder escapar de aquí. —¡No te irás a ni
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Capítulo veintitrés.
—¿Te has vuelto loca o qué?—escucho la voz eufórica de mi prima detrás mío.Empujo la puerta que da a la calle una vez terminamos nuestra reunión con Arturo. Giro sobre mis talones y la miro. Tiene los ojos bien abiertos y me mira incrédula.Respiro hondo. Sabía que venía esto.—Lo he estado siempre.—¡No seas irónica conmigo!—No lo estoy siendo.—¡Y una mierda, Samantha!¿Que rayos estabas diciendo allá dentro?¿Acaso te ha dejado de importar tu vida y apenas me entero?—suelta con furia.Sacudo la cabeza. A estas alturas, ya estoy cansada de hablar de este tema. Se ha vuelto rutinario y solamente quiero terminarlo de una maldita vez.—No lo entiendes. Nada de esto terminará con mi vida.—Claro, porque no hay un maniático hijo de puta buscándote por cielo y tierra queriendo sacarte del medio por unas propiedades que valen más de medio millón —indica con ironía. Suelta una carcajada carente de humor y vuelve a clavar sus ojos afilados en mi—Pero no lo entiendo, ¿cierto?—¡No, no lo enti
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Capítulo veinticuatro.
Maldita sea Arturo y las ganas de querer ir a una gala.Pensé que había terminado con esa etapa después de volver de New York, ya que con Max si era evidente que debía meterme en ese tumulto de gente con deliradas cifras en el banco y teniendo de todo menos algo: humildad. Todas esas personas producen en mi un mal estar en el estomago. Si soy honesta, no quería volver a eso. La primera gala a la que había asistido terminó siendo un gran desastre.No, esas fiestas no son para mi. Mucho menos después de haber entrenado todo el día y ya apenas siento los dedos de mis pies.Recorro mi habitación en bata mientras estoy en debate de que vestido usar. Tengo tres y apenas recuerdo si me siguen entrando. Respiro hondo viendo las prendas encima de la cama.Dedico demasiada atención al del medio. Uno negro con tirantes y abertura en una de las piernas.—Vamos por ti, campeón.Lo tomo de la percha donde cuelga. Con delicadeza entonces me lo coloco con unos tacones plateados. Tengo que fruncir los
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Capítulo veinticinco.
Soy un maldito manojo de nervios cuando salgo del coche junto con Max.No espere demasiado para poder recuperarme de aquel shock, el cual sigue en mi organismo pero de una manera mas controlada, y le pedí por favor que viniéramos hacía el hospital donde trajeron a Chiara.Apenas veo a mi alrededor mientras encamino hacía la recepción. Ahí mismo, una chica rubia y joven me mira pararme delante suyo.—Buenas noches, ¿puedo ayudarte en algo?Asiento instantáneamente.—Busco a Chiara Gionnavi—respondo en un hilo de voz. Me sorprende que todavía pueda hablar.Ella teclea en su computadora por unos segundos, que para mi son insufribles. Desesperantes. Repiqueteo el pie contra el suelo.—¿Eres familiar?—pregunta, con un tono desganado. La miro fijo.—Soy su prima.Vuelve a mirar a la pantalla. Creo que escucho mis propios dientes rechinar de tan apretada que tengo la mandibula. Y no voy a negar que en este momento deseo tomarla de los cabellos bonitos rubios que tiene y exigirle que deje de
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Capítulo veintiséis.
La puerta cerrándose detrás de mi espalda es lo único que se escucha entre nosotros al entrar a mi departamento. Tengo el corazón acelerado y no sé como debería actuar ahora que la seguridad que poseía en el coche se empieza a desequilibrar.Veo su silueta moverse por el salón pequeño, no dice nada, pero algo me dice que está atento a mi siguiente movimiento.Y, bueno, también habría que tener en cuenta que es la primera vez que estamos solos y no precisamente como profesionales. Sino como algo mas... Si, eso me aterra.Después de Jack... Ha sido muy difícil que lograra tener confianza con algún tipo. Conocí gente, a veces sucede, pero nunca se concretó nada. Yo no quería que supieran demasiado de mi vida privada, y ellos no querían a una chica problemática.Así que me resguardé durante mucho tiempo. Acepté que no necesitaba a alguien más para completarme, porque yo ya lo estaba y había sacrificado mucho de mi para poder conseguirlo, y no iba a permitir que cualquier idiota quisiera a
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Capítulo veintisiete.
—Tu... ¿Tu familia?—consigo preguntar a pesar de mi consternación.Él no me ve a la cara, parece hasta avergonzado por tener que admitirlo. Y no puedo evitar sentirme todavía más confusa. Estoy intentando con todas mis fuerzas no llenarlo de preguntas, pero es más fuerte que yo.Siento mi pulso acelerarse y mis manos se aferran al barandal con tanta fuerza como si estuviera a punto de caer al vació.—Si—suspira—Su padre es hermano de mi padre, así que...—Son primos. ¿Porqué no me habías dicho nada?—Porque cuando Loan me contó esa noche acerca de ti, y de quién estaba detrás tuyo, no pude creerlo—confiesa. Tiene el semblante serio y cuando me mira a los ojos, sacude la cabeza—Yo... Yo no quise reaccionar de esa manera al tratarte así, ¿sabes? Es que no... No podía creerlo, simplemente. Cuando Loan me lo dijo, resultó ser como un balde de agua fría. No quise creerte, por eso dije lo que dije, pero cuando te fuiste y supe que la había cagado, sabía que había sido un idiota...Frunzo el
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Capítulo veintiocho.
No escucho los latidos de mi corazón.Tampoco presto atención a nada más alrededor. El cuerpo actúa por si solo y me dirige a toda velocidad hasta las escaleras del hotel. No hay tiempo para esperar el ascensor y lo único que sigue rebobinando en mi cabeza es aquella risa maliciosa.Como si esto fuera un maldito juego para él.Sostengo los barandales que me llevan arriba con fuerza aunque se resbalan por el sudor. Subo los escalones más rápido de lo que alguna vez creí.No estoy aliviada en absoluto aún cuando llego a la puerta y golpeo la madera con tanta fuerza que parece que la voy a romper. Estoy temblando, no siento mis extremidades, mi cabeza solo está concentrada en alguien: Jessica. —Ya voy—escucho su voz a lo lejos. Los segundos en que tarda me desesperan, así que vuelvo a tocar ansiosa—¡Joder, que ya voy!—sus pasos se acercan a la puerta y cuando abre, me da una sonrisa divertida—Ah, eres tú. Pensé que era de nuevo el botones, lleva toda la mañana...—no dejo que siga hablan
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