—No puedes besarme siempre que quieras, Colin —mascullo para él y es casi un regaño para mí misma. Deseo sus besos todos el tiempo. —¿Vas a decirme también donde guardo las ganas que tengo de hacerlo? ¿Cómo evitar tu boca?...¿Puedes decirme como hago para no desear lo que deseo hacer contigo? ¿Con tu piel, tus labios, tu cuerpo, toda tú y tus ganas de que te lo haga?...¿Puedes decirme, por amor de Dios? —me castiga con sus reclamos y lo hace apretando la tela de mi ropa con sus manos —. Pero cuando lo hagas dime también cómo lo haces tú. —Dios, no hables así —me lamento y le aparto disimulando que busco la foto de la que le hablé. Resopla detrás de mí y se deja llevar hasta la cajuela y entonces busco la imagen y confirma con ella entre sus dedos...—Es mi madre, sí. —¡Joder, que fuerte! —Maldigo sin poder evitarlo y luego me apoyo contra la mesa —Perdona la expresión, es que ya todo es como demasiado. ¿Vamos a parar de descubririr cosas, algún día?No contesta nada y sigue buscan
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