El día estaba espléndido, nada comparado a lo que fue el anterior, el sol brillaba desde la ventana de la habitación de Bianca, con lo iluminado y hermoso que estaba el día, no había ni un rastro de la lluvia que habían caido la pasada noche, ella se levantó de su cama, cuando el sol pegó en su rostro, se sentó, y recostó su espalda en el respaldo de la cama, envuelta entre sus sabanas blanca de algodón, recordó lo sucedido la noche anterior en la casa de su jefe, y se quiso torturar al instante, miró a la mesa al costado de su cama, la carpeta con los dichosos papeles estaba ahí, esos documentos por los que se desvió aquella noche, al menos, si los tenía en su poder, pero a que costo–uff, pude haberlos sacado la próxima semana, fui muy estúpida, no sé en que estaba pensando–se dijo así misma, al recordar lo ocurrido, el reloj en su celular, marcaba las once de la mañana, era sábado, ella no tenía mucho para hacer, mas que quedarse revisando papeles del trabajo, su vida social era m
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