–Cuando alguien experimenta la pérdida de un ser querido, la persona puede sentir un dolor abrumador, desorientación y desesperación. A menudo, el mejor apoyo que podemos proveer no son palabras sino la generosidad de nuestra presencia. –las palabras del sacerdote eran lo único que se escuchaba en aquel sitio de quizás cinco metros por seis y medio, con unas veinticinco o treinta personas dentro sin incluirme– A veces, un toque con la mano y una mirada o un abrazo considerado pueden comunicar muy poderosamente un mensaje y, a la vez ofrece consuelo, ese consuelo que todos necesitamos y que sentimos su ausencia en medio del pecho cuando la muerte rodea a alguien que conocemos. Considere los momentos en los que usted ha sufrido una pérdida o dolor, y piense en lo que otros dijeron y que usted realmente agradeció. Esta reflexión puede ayudarle a consolar a aquellos que de verdad lo necesitan, aún cuando ni siquiera lo ven. Dios recibe entre sus manos a quienes se arrepienten de corazón,
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