Todos los capítulos de Destinos entrelazados: El Alfa y la Omega: Capítulo 11 - Capítulo 20
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X. La curiosidad de Dominieck
Cuando finalmente regresé hasta donde ellas se encontraban respiré aliviado tras revisar sus cuerpos y no encontrar ninguna herida en ellos; así que finalmente me relajé. Emma al igual que Lina se había quedado inconsciente producto de la sobreestimulación producida en el momento; ambas como cuales cuerpos ajenos de vida en ese instante parecían encontrarse. Eh de admitir y soy sincero en esto que diré pues la idea de salvar a una humana no era del todo de mi agrado cosa que exprese hace machismo tiempo ante Lyall y que recalque de forma directa a Emma una vez que despertó. Ahora bien, soy consciente de que sí no hubiese intervenido estoy casi seguro de que Lyall pondría precio a mi cabeza por no proteger a su amada Lina tras tener la oportunidad. Las escenas que continuaron parecían más que nada sacadas de alguna película romántica donde el fiel caballero salva a su princesa, aunque solo son simples patrañas o al menos eso es lo que figura para mí, pues no soy para nada pa
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XI. ¿Qué quieres de mi? - I
Ya han transcurrido varios días desde lo sucedido en el mirador, situación la cual evito recordar pues el simple hecho de hablar de ello provoca que mi piel se erice y no precisamente por lo bonito o agradable del recuerdo. Durante este tiempo la intranquilidad ha tomado parte en mi vida a pesar de que constantemente Lina y yo nos encontramos protegidas por Lyall ya que aquel sin mediar palabra u objeción alguna se instaló en nuestras vidas sin siquiera pedir permiso y hemos tenido que terminar aceptado dicha situación. Ahora bien, aunque en silencio me alegra tener a Lyall cerca no dejo de sentir que algo grande mucho más de lo que podamos manejar está sucediendo tras las sombras y me aterra el solo hecho de pensarlo pues soy consciente de que yo no sería capaz de tener tal situación bajo completo control puesto que probablemente ante mi debilidad quedaría expuesta ante el peligro. Así pues, en silencio me veo en la obligación de tragarme en seco mi preocupación y por ello n
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XII. ¿Qué quieres de mi? - II
Luego de estar un tiempo así rodeado por el misterio mismo, Dominieck por primera vez desde que me arrastro hasta este lugar elevo su cara para observarme. — Hay tantas cosas que necesito que me contestes, necesito saciar mi duda por mi propia cuenta y espero que me des respuestas claras a cada una de ellas. — Y porque crees que te respondería no eres más que un simple extraño para mí. Mirándome fijamente con un evidente tono de amenaza dio algunos pasos para reducir distancia mientras me señalaba de forma inquisitiva. — Mejor evita cabrearme más de lo que ya de por sí me encuentro, te aseguro que no te gustaría ver mi peor cara. — No te prometo nada. — Ok... entonces puedo suponer que me lo harás difícil. — Que bueno que lo has notado, me ahorras el tener que decirlo directamente. Una risa diabólica se formó en sus labios, escucharme pronunciar aquellas tales palabras habían hecho que de tal hombre se fuese derramada la última gota de paciencia, aunque aún n
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XIII. ¿Qué quieres de mi? - III
Le miré, pero como temía aquel movimiento provoco nada en su persona, ni la más mínima reacción, ni el más mínimo gesto, allí aquel se quedó completamente quietó mientras aun su pata yacía justo sobre mi destrozada ropa y cercano a mi pecho expuesto. Ante nada aquel parecía encontrase tomado por la sorpresa temo que no esperaba recibir aquella reacción de mí, pero como siempre su rostro no daba señal alguna para interpretar, salvo su eventual silencio. — Admito que tienes agallas. — Eso agradécelo a mis mentores, supieron prepararme para reaccionar ante cualquier posible idiota como tú y valla que eres ejemplo vivo de ello Dominieck. Clave mis ojos aun con más fuerza en él, retándolo abiertamente y tomando un trozo de valentía de mi alma quebrantada, le replique casi de seguido tras dar un suspiró. — Dime... no te cansas, porque mejor no hablas de una vez y dices de que va este tonto juego Dominieck, ya deja de darle a la larga y haz preguntas que de verdad tengan s
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XIV. Esta bien perdonar
La sorpresa y la emoción no tardaron en hacerse notar en mi rostro aun a pesar de que por un momento había olvidado que le buscaba. — El relicario, pero como. — Hace un momento mientras conversábamos con Dominieck lo vi en un rincón, imagine que era tuyo pues tiene tu aroma, aunque me sorprende que de él salga con tanta fuerza el olor de Linsey y Eliot. Con toda la pasividad del mundo lo tome en mis manos, con la mente tomada de recuerdos e ideas lo contemple, serena y completamente tranquila. Con la yema de mis dedos frote la cara posterior del relicario y abriéndolo casi en el acto recalque. — Es por esto que su olor se percibe en mí. Lo abrí completamente ante los ojos de Lyall y aun con mayor fuerza el aroma de los abuelos salió de aquel objeto. A fin de cuentas, ante él ya no tenía mascara alguna, pues era evidente que tras escucharle que aquellos se conocían y que probablemente tenían una buena relación. Aunque pensándolo bien cabía la posibilidad de que
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XV. Me niego a alejarme de tí
Ante la curiosidad aquel no pudo evitar acerca su rostro aún más hasta el carrito eh increpo mientras mantenía un leve aire de desconfianza alojado en sí. — ¿Que llevas hay Emma? — Pensé que tendrías hambre, así que aquí estoy, te traje algo de comer, aunque estimo que pueda ser muy poco para ti. — Y que paso con todo eso que dijiste, no se suponía que no me querías cerca, pero sin embargo aquí estás. Le mire con ojos vidriosos, mi voz se volvió quebradiza mientras la seriedad tomaba posesión de mis palabras. El simple hecho de hablar me producía la extraña sensación de que me encontraba batallando directamente contra el dolor y que Dominieck precisamente era aquella puerta abierta de par en par que me conducía directo a mi derrumbe. — Se lo que dije no tienes por qué recordármelo. Respiré profundamente y pasé de mirarle fijamente a desviar mi vista en el acto, así me alejé del carrito que hacia un momento traía a cuesta y mirando un espacio vació próximo me senté j
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Información
Hola a todos, quiero informales que la novela presente durante los días ha ido teniendo modificaciones para mejorar la comprensión del libro como tal, los capítulos han sido corregidos pero las modificaciones no aparecen por si solas, así que es necesario realizar un limpiado interno de la aplicación. Por ende, les escribo estas instrucciones para que lo puedan realizar, entonces... Van a ingresar a la apk desde su móvil o tablet, porque especifico estos dos, porque desde la web tipo ingresar por el pc se hace automáticamente una vez que se aprueban los cambios, por lo tanto no se tiene que realizar ningún limpiado. Una vez dentro se dirigen hasta el área de perfil de lado derecho, en la pantalla correspondiente en el lado superior derecho sobre su nombre de usuario encontraran una pequeña barra de doble vía la cual pulsaran y los conducirá a ajustes y una vez dentro localizarán en la pantalla el área de caché donde pulsarán borrar. No se asusten tal acción no elimina la cuen
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XVI. Ubicación el mirador (Dominieck habla de lo sucedido a Emma
Pensé que finalmente aquel horrible día terminaría, añoraba tanto tener paz, mi mente y mi cuerpo lo necesitaban con extremada urgencia. Estaba listo para irme y regresar a casa, tenía pensado llegar, cenar con un buen y jugoso trozo de carne hecho por las manos de la señora Zoe mi ama de llaves, n no obstante siendo de forma muy probablemente tras la cena terminaría tomando algo de vino, me daría una buena ducha y me iría a la cama. Aunque no, para nada fue así, de más de una forma aquella noche me estaba dando señales evidentes de que sería de por más decir que extremadamente larga y que no me daría tregua alguna. Ante todo, ya estábamos terminando de organizar todo para finalmente marcharnos, ustedes ya se habían retirado junto con Lyall y Bazili siendo que probablemente ya se encontraría no muy lejanos a la ciudad. Gurel una vez que despertó incluso ya había sido cuestionado y puesto bajo contingencia cuando de la nada se empezó a sentir un enorme alboroto. El sonido
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XVII. No puedo más que callar, ante las verdades no dichas
Acaso lo había escuchado bien, de su boca se escuchó salir tal nombre. — Un momento, dijiste Izra. — Sí, escuchaste bien, efectivamente le he mencionado, acaso le conoces Emma. Y rápidamente sin perder tiempo para evitar sospechas e interrogantes recalque. — No, solo le he escuchado mencionar un par de veces; por Venecia suele ser motivo de murmuración entre los lobos. Pero no, la verdad era otra y una bastante delicada, por cierto está demás decir, que si le conocía, pero no había forma de que confesará aquello, por lo menos no delante de Dominieck. Aunque lo quiera negar tal nombre conforma una parte de mi pasado, uno el cual se encuentra cargado de dolor, lágrimas y desconcierto, lo cual forma parte de un pasado el cual prefiero no recordar, así que en un intento por cambiar la perspectiva de tal conversación casi de seguido le interrogue. — Ya que estamos en estas me podrías explicar qué es lo que en verdad representan esos cuatro lobos porque al sol de hoy
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XVIII. Un nuevo lugar para conocer...
Han transcurrido ya algunos días desde que vi a Dominieck por última vez; para sorpresa de todos aquella noche término de transcurrir en santa paz, paz que era bien merecida para cada uno de nosotros luego de tal caos. Aún hoy en el marcado compas que lleva este día recuerdo sus ojos levemente apagados mientras una sonrisa tomaba de forma delicada la curvatura de su boca tras despedirme dirigiendo de inmediato tras el auto de Lyall. Él, atento a cada uno de mis movimientos me siguió con una mirada apagada y ya cuando mi partida era inminente solo levanto los dedos al tiempo que les movía en zip zap dedicándome cual simple gesto de despedida y allí a su suerte le dejamos en compañía del tío Martín. Nuestras mentes funcionan de manera a veces incomprensibles pues aquella busca atormentarnos de las maneras más ilógicas puesto que curiosamente pase de batallar para tener mi libertad y no tener para nada cerca a Dominieck, a pensar constantemente en él y en aquel apasionado beso q
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