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Todos los capítulos de Acuerdo millonario: Capítulo 11 - Capítulo 20
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Cambios en el acuerdo
Se inclina a tomar posesión de los labios de Cristina, la cual se Rinde a los placeres que su boca despierta dentro de ella, tomándola entre sus brazos para conducirla por las escaleras directamente a su recamara, donde planea que el trato sea consumado. Apenas es consiente cuando Dante abre la puerta de la habitación introduciéndola y depositarla suavemente en la cama, acomodándose él encima suyo, sin despegar sus labios de los de ella, seduciéndola lentamente con su lengua, la cual genera en su garganta suspiros de placer; una de sus manos acerca por la nunca el rostro de Dante, provocando que desee comer sus labios, las sensaciones que él provoca en su cuerpo son únicas. Sus manos se mueven lentamente por todo el cuerpo de Cristina, deteniéndose en aquella pierna que se encuentra levantada, para así deslizarla hacia arriba y llevarse con él la tela y segui
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El deseo del acuerdo
Abre sus ojos lentamente encontrándose desorientada por el lugar oscuro y elegante que la rodea, hasta que la memoria le trae recuerdos de la noche anterior, primero haciéndola enrojecer, para concluir en algo melancólico. Se incorpora en la cama, asombrándose de que su desnudez se encuentra cubierta por una camisa de hombre, ha de suponer que es de Dante. —Veo que has despertado, traigo tu desayuno — al entrar a la habitación con una bandeja llena de dos huevos estrellados, tocino, pan tostado, un zumo de naranja y mermelada a un lado, lo cual el estómago de Cristina gruñe. —Gracias — agradece tímidamente al recargarse en las almohadas y dejar que Dante le deposite la charola en las rodillas. —Come todo, en el baño esta la ducha preparada y a un lado la ropa para cuando salgas — expresa. —Dante&h
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Diversión
—Sigo diciendo que es innecesario, Dante ——¿Por qué? — al llenar el carrito.—Porque no es bueno consentir tanto a Dorita — al observar a su hermana reír ente tanto juguete a su alrededor.—No veo nada de malo consentir un poco a Dorita — expone al seguir buscando lo que él cree que es necesario para la pequeña— cuando conozcas a mi cuñada, créeme esto es poco con lo que ella puede consentirla ——Pero…——No veo el problema, así que no rezongues.— al interrumpirla— si el problema es el pago, yo lo hago con gusto.— expresa, aunque el dinero que le dio a Cristina, ha de suponer él que fue para cubrir un poco de deudas que la madre de Cristina dejo a su muerte, como el funeral, la hospitalización, en si todos los gastos generados por el accidente, todavía no sabe muy bien qu
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Cupido
—¿Entonces andas con el jefe? — apenas puede creer lo que su amiga acaba de confesarle. —Sí — vuelve a confirmarle, por lo menos Libi le creyó lo que le menciono. No le confeso toda la verdad simplemente le omitió los detalles importantes. Pero no es un pecado. —No puedo creerlo, aunque ahora que lo dices toda esta semana el jefe ha estado sonriente y deseoso de salir temprano, ahora entiendo el motivo — ríe al ver el sonrojo de su amiga. Vaya si Dante Spencer había llevado a vivir consigo a una mujer, era porque está en verdad es importante, y se alegra de que su amiga sea la afortunada. —Bueno…— —¿Le hablaste del accidente? — pregunta al interrumpirla, aunque en esos momentos ver como los ojos de su amiga se opacan de nuevo y asiente tristemente, se arrepiente de su pregunta &m
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Pasionales
—Eso…— No continua a causa de que se abre la puerta y la mujer que le roba el aliento y vuelve loco, se aparece ente él, sonriente y con los papeles en la mano. —Dante, Libi tuvo que irse, espero que no te moleste, me quede en su lugar — explica al entrar a la sala de juntas. —No te preocupes, cara — sonríe al estirar su mano y querer atraerla hacia él, pero Cristina malinterpreta su gesto y le da los documentos. —¿Ella no es tu secretaría? — la pregunta de Miller se hace pregunte. —No, ella es Cristina Lennox, mi novia.— concluye sonriente al ver el sonrojo de Cristina, vaya ha de admitir que le fascina hacerla sonrojar. —Pero…pero…— balbucea sorprendido Miller. —El señor ya se había presenta
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Enojo
—¿Por qué tanta felicidad?.— pregunta al abrazarla. —Me dijeron que Dorita ya esta en su peso.— sonríe, aunque también le dieron la noticia que Su hermano se esta recuperando de manera esplendida y dentro de unos meses podrá ser un niño perfectamente normal. —¿Fuiste al medico?.— al ver como esta asiente— ¿Por qué no me avisaste?.— le reprocha. —¿Estás enojado?.— nunca pensó que a Dante le interesara la salud de su hermana. —¡Por supuesto!.— al caminar hacia el ventanal de la habitación. —Dante… yo…— —Cara….— suspira, al no saber que decir, desea gritarle que el contrato que firmaron la obliga a ser completamente suya durante tres meses y aquello in
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Las apariencias engañan
—Cara…— la llama al mismo tiempo que sus labios recorren su espalda desnuda. —Mmmm…— —En tres horas tengo una cena que necesito, que me acompañes.— —¡QUÉ!.— salta de la cama junto con la cobija que cubre su cuerpo desnudo, tumbándolo por completo— ¡tengo que arreglarme!.— sigue exclama al comenzar a buscar las cosas necesarias. Ríe al ver como Cristina comienza de manera frenética a preparar las cosas para el baño. —¿De que te ríes?.— —De ti, cara…— al cruzar sus brazos detrás de su cabeza. —¿A sí?.— al tomar entre su mano una almohada que se encuentra cerca, y lanzarla hacia Dante logrando su objetivo al estrellaste contra su cara.
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Todo sueño tiene un fin
Apenas es capaz de enfocar la luz que atraviesa las cortinas. —¿Te sientes mejor?.— observa a Dante a su lado, la pregunta la llena de confusión. —¿Por qué?.— —Tuviste demasiadas pesadillas.— y él pensó que esa noche iba a poder dormir bien. —¿Enserio?.— que raro no recuerda nada. —Estuviste balbuceando cosas incoherentes y despertaste en la madrugada gritando.— le relata. —No recuerdo.— y es verdad. —Es una lástima porque quería que me contaras de que se trataban tus pesadillas.— al atraerla hacía su pecho, donde se acorruca. —¿No te deje dormir?.— al escuchar un pequeño bostezo. —No mucho, estuve al pendiente de
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Esos instantes
—¿Cristina?.— pregunta a Esther la cual es la que lo recibe. —En su habitación.— responde— ¿vas a querer comer?.— al empezar a armar la mesa. —Si. ¿Dorita no come con nosotros?.— al extrañarse que solamente estén dos platos, el de él y el de Cristina, y la mesita de comer de Dorita se encuentra en su lugar. —Damiana vino temprano por ella, la traerá antes de su hora de dormir.— informa. —Gracias.— al encaminarse hacia su habitación. Le da gusto que Cristina deje sus inseguridades atrás, que Dorita pueda irse con Damiana y Dimitri, y eso es bueno tanto para ambas partes, puede disfrutar de Cristina, sin que ella preste tanta atención a su hermanita, y su hermano y cuñada pueden disfrutar el ser padres, ya que llevan tanto tiemp
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Mala suerte
—No me veas así, cara…— —Es tu culpa.— le reprocha al salir del carro con su ayuda. —¿Quién no quiso levantarse?.— pregunta con una sonrisa sin poder evitar que su memoria traiga esa mañana que a causa de que Cristina se negara a levantarse, el no tuvo otra opción que hacerle el amor en la cama como en la regadera; por supuesto que no era su culpa. —¿Y quien no me dejo dormir?.— sigue reprochándole al recargarse en su brazo. —Nunca sentí que te quejaras.—le asegura al ver como un sonrojo se apodera las mejillas de Cristina. ¿Qué puede decir con eso?, sabe que se encuentra sonrojada y en esos momentos es cuando odia que sus mejillas estén rojas. Dante sabe muy bien que su cuerpo responde de manera automática al de él, sin pod
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