Llegando a casa, yo estaba sonriente, las cosas que había trabajado con Marcos ya estaba dando sus frutos, después de todo Marcos era otro hombre que al que conocí en vida. Quizá esa era la oportunidad que nunca tuvo, sus ojos brillaban de tanta felicidad, mi corazón palpitaba amor puro. Su cabello desarreglado, su rostro, sus manos, eran cosas que jamás podría olvidar incluso si él se iba siempre lo llevaría en mi corazón. Lo sé, es triste enamorarse de alguien que los días están contados.Mamá estaba en el jardín debajo del árbol de manzanos de brazos cruzados.—Silvia, ¿puedo preguntarte algo?—Dime. —¿Estás enamorándote de alguien?—achicaba sus ojos acercándose.—¿En realidad quieres saber la respuesta?—Por supuesto que si, eres mi hija y todo lo que te pasa también para mí es importante.—Estoy enamorada de un hombre súper genial, mamá, él valora cada cosa mía, es el hombre que siempre esperé en mi vida—quedé viendo a Marcos, el se sentía orgulloso de cómo me expresaba de él.—
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