Los primeros tres meses de Kilian habían sido más que suficientes para revolucionar la vida de la joven pareja. Scott estaba enamorado de su pequeño de piel morena y enormes ojos azules, que cada vez se veían más claros. Era un niño tan hermoso como su padre, pero demostraba tener el genio implacable de su madre. Alice disfrutaba de su adorable familia. Una mañana Daniel la despertó de la mejor forma posible, llamándola “mamá”. Estaba muerta de sueño, pero aun así fue el mejor despertar de su vida, aunque fueran las seis de la mañana y su hijo mayor quería tortitas, y Kilian apenas había permitido a sus padres cerrar los ojos durante la madrugada. Cada noche cuando Kilian no dormía sobre el pecho de Scott, dormía en su cunita pegada a la cama de Daniel, que se negaba rotundamente a dormir lejos de su hermano, y la pequeña Martha seguía su ejemplo. Eran muy protectores con el pequeño de la familia. Rodeados de niños todo el día, los momentos más íntimos para la pareja ahora servían pa
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