— ¿Qué pasa? ¿Te quedaste sin palabras o te comieron la lengua los ratones?No me atrevo a asomarme de nuevo; así que, no sé qué cara debe tener Kenneth en estos momentos.—En absoluto, señora Krantz —escucho de nuevo la voz de mi ángel y se nota bastante tensa y ruda—. La verdad me tiene sin mucho cuidado quien sea usted. Si tiene dinero o poder, eso no la da ningún derecho de llegar aquí, a mi casa, queriendo dar órdenes.Ahogo un jadeo; no puedo creer lo que escucho, Kenneth ha desafiado a Úrsula.—A ver, deja que te explique nuevamente porque creo que no has entendido nada —quiero asomarme hacia el pasillo, pero no quiero arriesgarme—. Bajo ningún concepto he venido a este… hum, ¿Cómo decirlo que no suene ofensivo? Tal vez cuchitril —mis ojos se abren—. Mejor dejémoslo en casa. Bien, yo no he venido a esta casa a dar órdenes. Si me he tomado la molestia de venir hasta aquí, dejando de hacer cosas mucho más importantes, es poque no quiero que mi empresa y mi marca se vean involucra
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