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Todos los capítulos de Si Decides Amarme: Capítulo 41 - Capítulo 50
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Capítulo Cuarenta
Desde que conocí a Kenneth Lawler los recuerdos de mi relación con Jair se anularon completamente de mi mente, pero al estar así de forma tan intima con mi ángel de ojos grises, tirados sobre el piso de madera de su sala, respirando agitados y satisfechos luego de habernos masturbado; no puedo evitar pensar: ¿Qué fue lo que realmente sentí por Jair Garrett?Por mucho tiempo me convencí de que lo amaba, que por él seria capaz de dar mi vida sin pensar en las consecuencias; en mi necesidad de afecto y aprobación cometí el grave error de idealizar la atención que me daba. Y solo basto con un error para que su imagen perfecta se me cayera del pedestal tan alto al que yo misma lo subí y como si nunca hubiera sido real, mi amor por él desapareció.Quizás reprimía mis pensamientos sobre él porque recodar su traición dolía y quemaba mi orgullo herido.¿Acaso no valía la pena amarme?—Estas muy callada, princesita —la voz de Kenneth me saca de mis pensamientos—. ¿En qué piensas?Una de sus man
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Capítulo Cuareta y Uno
— ¿Qué pasa? ¿Te quedaste sin palabras o te comieron la lengua los ratones?No me atrevo a asomarme de nuevo; así que, no sé qué cara debe tener Kenneth en estos momentos.—En absoluto, señora Krantz —escucho de nuevo la voz de mi ángel y se nota bastante tensa y ruda—. La verdad me tiene sin mucho cuidado quien sea usted. Si tiene dinero o poder, eso no la da ningún derecho de llegar aquí, a mi casa, queriendo dar órdenes.Ahogo un jadeo; no puedo creer lo que escucho, Kenneth ha desafiado a Úrsula.—A ver, deja que te explique nuevamente porque creo que no has entendido nada —quiero asomarme hacia el pasillo, pero no quiero arriesgarme—. Bajo ningún concepto he venido a este… hum, ¿Cómo decirlo que no suene ofensivo? Tal vez cuchitril —mis ojos se abren—. Mejor dejémoslo en casa. Bien, yo no he venido a esta casa a dar órdenes. Si me he tomado la molestia de venir hasta aquí, dejando de hacer cosas mucho más importantes, es poque no quiero que mi empresa y mi marca se vean involucra
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Capítulo Cuarenta y Dos
— ¿Estarás bien, princesita?Miro a mi lado Kenneth, sentado en el asiento de piloto de su auto; suelto el cinturón de seguridad, ya hemos llegado a la sede de la casa de moda Krantz.—Eso espero, ángel —le tomo la mano que reposa en la palanca de cambios; sonrío—. Ya estoy acostumbrada a lidiar con la furia y el pésimo humor de mi madre.Alza su mano y la enlaza con la mía, llevando nuestras manos unidas hasta la altura de su boca donde me besa con delicadeza los nudillos mientras me mira con algo que no puedo definir pero que logra acelerar mi respiración.— ¿Por qué me llamas ángel?Volteo un momento viendo por el vidrio trasero y compruebo que mi guardaespaldas sigue detrás de nosotros; nos ha seguido desde que salimos de la casa de Kenneth, después de haber pasado toda la noche esperándome.—Porque eso eres en verdad para mi —vuelvo a mirarlo—. Apareciste de la nada, como caído del cielo, aunque maldiciendo —él voltea los ojos; yo me rio—. Sin saber nada de mí, asumiste mi situac
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Capítulo Cuarenta y Tres
—Y yo no estoy dispuesta a soportar uno más de tus insultos —la encaro soltándome del agarre seguro de Nina—. Estoy tan cansada de que vivas juzgando cada maldita cosa que hago. ¿Desde cuándo estos arranques, madre? Si hasta hace nada te importaba tan poco lo que hiciera.Su postura se mantiene estoica, inalterable y me atenaza el impulso de decir algo hiriente para hacerla perder la compostura como la vez que me golpeo en casa.—Y sigue importándome poco, Gigi —sus ojos demuestran una chispa burlona que escuece—. Pero después de tu ultima hazaña, me queda claro que mi inteligencia no la heredaste.Quiero golpearla, y el reflejo de mi mano alzándose lo deja claro, aunque ella no parece sorprendida mas bien divertida por mi falta de tolerancia a sus ofensas.No puedo olvidar que es mi madre, la peor del mundo, pero fue la que la vida me dio.—Bueno, bueno… calmémonos un poco —interfiere Nina plantándole cara a mi madre, en su necesidad de protegerme—. Tan poco vamos a hacer un drama de
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Capítulo Cuarenta y Cuatro
Ya perdí la cuenta de las veces que he mirado las fotos que salieron esta mañana en las revistas. Y por cada vez que las analizo, no termino de entender como los paparazzi pudieron conseguir tomas tan bien proyectadas sin que nosotros notáramos su presencia.Por un segundo muy fugaz el pensamiento de que Junior o alguien de su equipo puedo habernos traicionado, cruza mi mente. ¿Quizás July? Sacudo mi cabeza, ella no parece ese tipo de persona. Tienen un trabajo estable con Úrsula, ¿Qué podrían ganar vendiendo chismes a la prensa? Ellos están acostumbrados a rodearse de personas famosas; además, cada uno de ellos firma un contrato de confidencialidad cuando entran a la casa de modas Krantz.Pero lejos de todos esos pensamientos, uno mucho más insistente me aborda.¿Acaso Kenneth pudo tener algo que ver con todo esto?Me aterra pensar en las distintas posibilidades y cada una de ellas me asquea en sobre manera; no soportaría una nueva decepción en mi vida.— ¡Auch! —me quejo cuando sien
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Capítulo Cuarenta y Cinco
—Tomate las cosas con calma, Gigi. Odiaría que te volvieran a lastimar.Las últimas palabras de Jared continúan dando vueltas en mi cabeza desde anoche.Obviamente no le hizo muy feliz saber que una nueva ilusión había llegado a mi vida, mucho menos después de lo que Jair me había hecho. Y aunque probablemente lo que se esperaba de mí, es que me encontrara maltrecha y llorando por la traición. Les había dado una cachetada de dignidad y amor propio a todo el mundo.Las mujeres no deberían llorar cuando el error dentro de la relación no viene de nuestra parte; al contrario, deberían festejar que gracias a ese error pudieron librarse de una equivocación mayor con la persona incorrecta.El amor verdadero, es transparente, no traiciona. Y con el paso del tiempo hemos normalizado el hecho de que cuando se pierde un amor, debemos ahogarnos en la depresión y pensar que después de eso la vida no tiene sentido.¡Basta ya de eso!Permitámonos llorar por las expectativas que no se superaron y por
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Capítulo Carenta y Seis
Milagrosamente, el cuarto de Nina se encuentra intacto; a diferencia de su sala y cocina. La he seguido hasta aquí con la esperanza de que ella pueda contarme con sinceridad que ha sucedido para que su casa este sumida en el caos.Pero lejos de hablarme como insumo, se mantiene en absoluto silencio sentada frente a su tocador mientras cepilla con calma y suavidad su melena rubia, sus ojos azules parecen perdidos en el reflejo de ella misma; como si quisiera evadirse.Una sola vez he visto a Ninoska en un estado tan inestable y taciturno; fue el día que la conocí.—Nina —la llamo, sentada al pie de la cama; precavida. Ella parece no escuchar mi voz—. Nina —vuelvo a intentar obteniendo el mismo resultado—. ¡Ninoska!Termino por gritarle y ella al fin parece regresar al presente.— ¿Qué pasa? Te estoy escuchando —dice, ambigua; con su ceño fruncidoNo ha dejado de cepillar su cabello ni un segundo; a pesar de que hace rato que su pelo parece brillar, al fin seco.—No, no me estas escucha
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Capítulo Carenta y Siete
10 años antes…—Úrsula, cariño. ¿Has visto a Gigi?—Pensé que estaba contigo en la playa.Me tapo la boca por miedo a que alguno de mis padres pueda descubrir mi pequeño escondite; he encontrado una puerta secreta en la base de las escaleras que llevan a la segunda planta de la casa.—Seguramente esta con Jared por ahí —asomo mi cabeza por la rendija que queda entre la puerta y el marco y veo como mi madre se abraza al torso de papá.—No, no esta con Jared —explica mi padre, rascando su nuca; parece preocupado—. Jared fue a dar una vuelta por la ciudad con unos chicos de la casa vecina.—Entonces debe estar escondida en algún lugar de la casa, ya sabes que le gusta explorar —sonrió para mis adentro; mamá me conoce demasiado bien—. Tranquilo, mi amor. Este lugar ha sido seguro por años, Gigi está bien.Me asomo de nuevo con cautela y alcanzo a ver como ellos se besan en la boca con mucha devoción; siempre he creído que mis padres son la pareja perfecta.—No creo que eso siga siendo así
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Capítulo Cuarenta y Ocho
— ¡Eres esa niña que ha salido en la prensa los últimos días! —digo emocionada con intención de acercarme.— ¡No te muevas! —grita histérica y nerviosa—. No quiero que te acerques, por favor.—Pero… todos han estados buscándote —titubeo y miro nerviosa hacia la carretera—. ¿Dónde estuviste?¡Por favor, que alguien pase por aquí!—Me escape de las personas que me secuestraron —dice con algo de vacilación y mira hacia abajo; sus ojos acuosos parecen dudar.— ¿Quiénes te secuestraron? —había miles de preguntas que quería hacerle en ese momento—. ¿Fueron las mismas personas que asesinaron a tus papás?Se le escapo un sollozo y meneo la cabeza como si quisiera borrar sus recuerdos.— ¡Son malos, ellos nunca me quisieron! — comenzó a decir perdida entre el llanto y sus pensamientos—. ¿Para que volvieron? Yo amaba a los señores Bianchi, ellos fueron tan buenos.Sus palabras salen de forma atropellada.— ¡Déjame ayudarte! —digo desesperada, al verla tan perdida y desolada—. Mis padres son ric
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Capítulo Cuarenta y Nueve
—Si yo hubiese muerto ese día, todo habría sido más fácil.— ¡No repitas esa estupidez nunca más! —la reprendo con un grito.Me incorporo hasta quedar sentada sobre el colchón; su mirada parece perdida mientras sigue viendo las estrellas adheridas a su techo. Sus ojos azules lloran en silencio, ahogándose en lágrimas contenidas.Odio verla así de rota.—Ninoska, por favor, habla conmigo. Cuéntame que esta sucediendo para que estes en este estado —le pido poniendo una mano en su pierna.Su mano va a la mía; sosteniéndose.—Aquel día en la estación de policía de Brisbane no dije toda la verdad. Yo mentí —frunzo mi ceño y siento como con su dedo comienza a dibujar círculos en mi piel.— ¿Con respecto a qué? —la miro sintiendo como mi pecho se llena de inquietud.—Sobre las personas que asesinaron a los Bianchi —contengo el aliento; aprieto su pierna—. Y ahora yo puedo ser vista como su cómplice.— ¡Que tonterías dices, Nina! —la reprendo con mi mirada oscura, aunque no me vea—. Tú amabas
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