La orquesta empieza a tocar la balada nupcial, estoy en mi puesto, frente al juez de paz, delante de Logan. A la primera que veo entrar es a Emma, le sigue Lina, y al final, tomada del brazo de mi padre, está Fernanda. Luce hermosa, encantadora. Incluso viéndola por segunda vez vestida de novia me deja sin respiración, ella está simplemente perfecta. Antes, cuando caminaba por el mismo pasillo por el que camina Fernanda, observe a cada invitado. Mario no llegó, o al menos a la ceremonia. Le di la oportunidad de salirse, ella no la acepto. Se pudo ir, dejar todo, no le cobraría el dinero que le entregué, aun así, se quedó. En mis ojos vio la culpa, y la disipó con solo unas cuantas palabras, Mía hacía magia conmigo. Y es que en este contrato sienta que el único ganador era yo, se lo dije, me lo refuto. Era terca, pero en su terquedad me había salvo. Ella permanecía, y me prometí que en un momento dado la haría feliz como un pago.
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