Desde casi todas partes de Europa el rey Carlos I envió a Roma más de 100.000 hombres para la guerra: caballería, infantería, escudería, arquería, armas de alto calibre como catapultas, ballistas y mangoneles. En cuestión de tres semanas todos los ejércitos se reunieron en las afueras de la catedral de Roma, ahí aguardaban miles de soldados pertenecientes a la Iglesia, también una cuarentena de cazadores de vampiros con armaduras hechas de plata con sus respectivas espadas, escudos y dagas. El papa al ver el enorme ejército salió al balcón papal para darles la bendición, todos clamaban a gran voz el enorme poderío del Sacro Imperio Romano Germánico. Aquel mismo día partieron todos a gran Bretaña, el papa Clemente V y el Rey Carlos I, donaron varias propiedades y cientos de hectáreas de tierra al tirano rey Enrique VII para que les permitiera entrar a sus fronteras. El ejército emprendió el viaje a la ciudad de Camulodunum, Inglaterra. El arzobispo-cardenal Filippo iba a la cabeza j
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