Contemplando la gloriosa vista de Seattle, Ivana suspiró en silencio, tirando de sus dedos. Ella no podría haber pedido algo mejor. Estaba viviendo un verdadero cuento de hadas moderno y su corazón no podía estar mejor que en este momento. Solo que, como todo cuento de hadas, había un villano y en el mundo real y despiadado no era una madrastra malvada, sino un verdadero monstruo que no dudaba en quitarle la vida a las almas inocentes.—Si no puedes hacerlo, encontraré otra manera, cariño”, dijo una voz detrás de ella.Mirando hacia la ventana salediza, vio el reflejo del mafioso parado detrás de ella.—Puedo, es solo que… no quiero que afecte todo el trabajo que he hecho en mí mismo para olvidar.Se giró para plantar su mirada en la de él y lo menos que podemos decir es que la suya estaba atravesada por la ira bordeada por un velo de dulzura.
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